4.6.15

Apodos muy...reales

                     La campana de Huesca, José Casado del Alisal, 1880. Ayuntamiento de Huesca.


Acaba de cumplirse un año de reinado en España de Felipe VI (y ayer mismo dio un discurso en la Asamblea Nacional de París),  los duques de Cambridge han tenido a su segundo hijo bajo un gran revuelo mediático, en algún país escandinavo se ha producido otra importante noticia regia, y a mí, persona inquieta,  me ha dado por pensar -divago bastante-  para concluir que, primero, la monarquía sigue estando, pese a los siglos transcurridos, las inevitables transformaciones  y el asombro y/o hastío de muchos, plenamente vigente (y no sólo en España) y segundo, que los reyes, y en general los nobles (quienes también siguen existiendo), ya no tienen los apodos y sobrenombres de otras épocas. 

Insípidos tiempos los nuestros, pues ya no se estila motejar a un soberano con tal o cual coletilla, ya sea positiva, negativa, ensalzadora o denigratoria,  cruel o pastelosa, para que los súdbitos tuvieran sus ídolos o sus dianas,  y los cronistas material para sus tochos. Por eso, una vez más, vuelvo la vista atrás y ofrezco hoy una pequeña recopilación de apodos de reyes, aunque también hay de emperadores e incluso de algún conde... 
He intentado no ceñirme a los más famosos (como el Católico, el Conquistador, el Grande, Corazón de León,  etc) y he procurado fueran los sobrenombres "oficiales"; por tanto no está, por ejemplo, el Paquita Natillas con que parte del pueblo español tildó al marido de Isabel II, Francisco de Asís (1822-1902) quien al parecer era homosexual;  de hecho se duda de su intervención en la mayor parte de la descendencia que tuvo con su mujer. 

 
Veamos, por orden cronológico:


- Justiniano II, Rhinotmetos  o Rinotmeta  (669-711). Emperador bizantino durante dos períodos, el primero entre 685 y 695 y el segundo desde 705 hasta 711. Su sobrenombre quiere decir "Nariz Cortada", y se debe a que en la revuelta de sus generales que le depuso en 695 por déspota,  se le amputó la nariz y se le desterró. Bizancio fue un mundo violento donde las conspiraciones, los crímenes  y las mutilaciones estaban a la orden del día,  siendo habituales los cegamientos y otros castigos, y a este Justiniano se le trató de un modo considerado más suave. Además, en 705, provisto de una prótesis  dorada y con la ayuda de los búlgaros pudo recuperar el trono, para después torturar (como al patriarca de Constantinopla, a quien hizo sacar los ojos)  y/o ejecutar sádicamente a los usurpadores, muy al bizantino modo. Él mismo acabaría siendo asesinado, como no pocos emperadores de Oriente. 


 -Pipino el Breve (715-768). El apodo no le viene porque su reinado fuera fugaz (pues fue rey de los francos entre 751 y 768) sino por su corta estatura, hasta para la época (en torno al metro y cuarenta centímetros). Hijo de Carlos Martel (quien frenara a los árabes en Poitiers en 732) su pequeña talla no fue obstáculo para llegar al trono y  consolidar  su reino o para procrear hasta siete vástagos, entre ellos uno que sería aún más grande que él, en todos los sentidos: Carlomagno.


- Constantino V, el CoprónimoCopronomio (718-775). Emperador de Bizancio entre 741 y 775.  Éstos fueron años de fuertes disputas entre iconoclastas e iconódulos, por lo cual a la muerte de Constantino, ferviente destructor de ídolos, sus enemigos partidarios de respetar las  imágenes difundieron el rumor de que...se cagó en la pila bautismal, de ahí lo de coprónimo (vulgarmente, "el del nombre de mierda"). Por suerte para él nunca supo que pasaría a la historia con ese escatológico sobrenombre; por otra parte, gracias a sus detractores mis compañeros de carrera y yo pasamos buenos momentos en clase.


- Constantino VI, el Cegado (771-797). Emperador bizantino entre 780 y 797, en su caso tampoco se ganó el sobrenombre sino que le fue impuesto, pues una revuelta lo apartaría del trono, siendo privado también del sentido de la vista (ya hemos dicho que los bizantinos eran consumados oftalmólogos),   aunque no se sabe si murió al poco tiempo a causa de las torturas (los usurpadores no solían contentarse con una mutilación) o recluido y ciego, pero a salvo.  

  
- Carlos III, el Gordo (839-888). Bisnieto de Carlomagno y emperador de los francos entre 881 y 887, no heredó las cualidades de sus antepasados y  su sobrenombre, bueno para un mafioso pero malo para un rey,  en este caso no admite dobleces.  Su reinado fue inestable y él, además de obeso, era tal vez epiléptico. Fue apartado del poder antes de morir. Hay otro rey francés posterior apodado también el Gordo, Luis VI (1080-1137), si bien distinguido por sus energías y buenas aptidudes militares.

 
- Miguel III, el Borracho (840-867). Con este solemne y elegante apodo quedaría en el recuerdo el emperador bizantino (ungido desde los 2 años de edad)  a causa de sus relajadas y dionisíacas costumbres y su escasa moral. Con todo, algunos historiadores han intentado ir más allá de su imagen de beodo y han recalcado sus iniciativas y su valor en la batalla, pese a su carácter oscilante. Fue, para variar, asesinado, con 27 años. 

  
- Fruela II, el Leproso (874-925). El del reino de León es otro interesante y oscuro mundo, una época inestable con reyes de mala salud. Es el caso del desgraciado Fruela,  enfermo de la mortífera lepra. De hecho fue rey sólo un año, aunque cumpliera los 50  y  fuera soberano de Asturias desde los 35. Si uno ha visto El Reino de los Cielos puede relacionarlo con la bella máscara del rey Balduino, también leproso, aunque probablemente la realidad en ambos casos no fuera tan estilosa y se pareciera más al andrajoso padre de Robert Bruce en Braveheart.


 - Enrique I, el Pajarero (876-936). Al duque de Sajonia y rey de la Francia Oriental (el germen de la futura Alemania)  desde 919 hasta su muerte en 936, le encantaba cazar, tanto, que se le podía ver en multitud de ocasiones con sus halcones y otras rapaces; por ello, era conocido ya en vida como el pajarero. Un apodo en cierto modo simpático aunque en principio no deje en buen lugar al monarca, pues da la impresión de que viviera entre el estruendo de las jaulas de aves o, de aún peor, que fuera medio demente por tener muchos pájaros en la cabeza; mas no es el caso, y Enrique fue un rey muy válido en una época complicada, dejándole el camino allanado a su hijo y sucesor Otón I, futuro emperador germánico.  


 - Carlos III, el Simple (879-929). Rey de Francia de 898 a 923, en otras fuentes aparece con el apodo más ofensivo de el Tonto. Carlos no fue nada idiota, tan sólo una persona que, de tan  honesta, parecía tonta para muchos (algo aún vigente hoy día; desde luego, si no quieres que te tomen por tonto, debes ser ladino). Consiguió frenar a los vikingos pero no a las revueltas de señores feudales (Francia fue durante mucho tiempo un lugar donde el rey controlaba poco más que París), quienes le derrocaron tras varias batallas, aunque al menos no estaba en Bizancio pues se le recluyó en un castillo, pero no se le tocó ni un pelo. Falleció en cautiverio seis años después.


 - Sancho I, el Craso (935-966). Craso es la denominación fina y elegante para referirse a un obeso, y al parecer la circunferencia adiposa  de Sancho era tan extrema que los nobles se rebelaron contra él a los dos años de iniciarse su reinado, en 958. Por una vez funcionó eso de "la convivencia" y el rey de León, a través de su abuela Toda de Pamplona recibió la ayuda del califa de Córdoba, el gran Abderramán III (de hecho,  sobrino de Toda; todo quedó en familia). El rey moro recibió a Sancho, quien fue tratado por su médico personal. Éste puso a dieta al monarca leonés a cambio de territorios. Parece que en mejor forma, y con la ayuda del ejército musulmán, recuperó la ciudad de León y el trono en 960. Asentado en el poder, fallecería seis años después, envenenado, destino cruel, mientras comía.  


 - Edgar el Pacífico (943-975). Parece un personaje de Tarantino y es acaso uno de los sobrenombres más irónicos de la historia, pues este Edgar fue de todo menos pacífico. En una época ya de por sí convulsa, el monarca se distinguió por sus crueles maneras, y por si fuera poco, violó a una monja, dejándola encinta (la pobre luego sería santificada). Además, se casó dos veces, dejando problemas sucesorios y de facciones, como veremos. 


- Bermudo II, el Gotoso (949-999). Otro monarca leonés que no parece fuera muy comedido con la gastronomía, pues su poco saludable apodo indica su enfermedad y sus malas costumbres; como es sabido, la gota, aunque sea genética,  se desencadena por comer (especialmente carnes y mariscos) y beber (sobre todo alcohol) en grandes cantidades y moverse poco; por tanto ha sido una de las dolencias típicas de los soberanos. Bermudo fue rey desde 985 hasta que la gota se le agravó de tal manera que debía ser transportado en litera, falleciendo en un monasterio en el año 999.  


 - Basilio II, el Bulgaróctono (958-1025). Y acabamos con Bizancio. En este caso tampoco se trata de un emperador pacífico y virtuoso, pues el popular Basilio, quien reinó casi 50 años, se distinguió por sus belicosas campañas contra árabes, jázaros, lombardos  y búlgaros. De ahí lo de bulgaróctono ("asesino" o "matador de búlgaros") pues contra este pueblo guerreó más de una década, causando miles y miles de bajas y cegando a buena parte de los supervivientes. Monótono y relajado mundo el bizantino. 


 - Svend I, Barba de Horquilla (960-1014). Rey de Dinamarca y Noruega entre 985 y 1014 y de Inglaterra en 1013-1014, fue apodado por los ingleses Forkbeard (Barba Partida o Barba de Horquilla) por su gran mostacho, algo raro en la época. En calidad de rey invasor no pudo disfrutar mucho tiempo de su trono en tierras ocupadas, como quedó patente.  


 - Eduardo el Mártir (961-978). Inglaterra, como es bien sabido, también es tierra de conspiraciones truculentas con reyes y nobles de por medio, y este monarca de la Casa de Wessex apenas duró 3 años en el trono: primogénito de Edgar el Pacífico, le sucedió, pero fue asesinado por su madrastra Elfrida, quien quería a su hijo Etelredo como rey. La buena mujer ofreció a Eduardo , quien iba a caballo, una copa de vino, y fue cuestión de segundos que un mandao le apuñalase por la espalda. Por su carácter apacible y su injusta muerte fue tratado como un  mártir, y canonizado poco después (por lo visto en torno a su cuerpo ocurrieron milagros).


 - Luis V, el Holgazán (967-987). Los franceses y sus chismosos apodos.  Este Luis accedió al trono con apenas 19 años y murió sólo trece meses después, al caerse de su caballo, así que tan perezoso no era (o sí). Qué ocurrió para en tan poco tiempo ganarse tal sobrenombre, no está muy claro. 


- Etelredo II el Indeciso (968-1016). El tal Etelredo mencionado antes, reinó entre 978 y 1016.  Era hijo del rey Edgar y su segunda mujer, la bruja Elfrida. Ésta tuteló y manipuló a su antojo a Etelredo, así que el monarca pasó a la historia como el Indeciso, si bien la madre, consumida por los remordimientos, se marcharía antes de palacio haciéndose monja y recluyéndose en una abadía, por lo que la llegada de los daneses le pilló acogida a sagrado.


- Eduardo el Confesor (1002-1066). Uno de los más famosos. Hijo de el Indeciso, restauró la casa de Wessex tras la segunda invasión danesa en 1042 y  es el penúltimo de los reyes anglosajones de Inglaterra. Fue un monarca popular y el apodo le viene, no porque actuara de confidente, sino por su religiosidad y vida recta; de hecho no consumó su matrimonio, por lo que a su muerte le sucedió su cuñado Haroldo. Eduardo fue canonizado en 1161 y sería  patrón de Inglaterra hasta su sustitución por San Jorge. 


 - Ramón Berenguer II, Cabeza de Estopa (1053-1082). No hablamos de un boxeador, sino de un conde de Barcelona (de 1076 a 1082) apodado Cap d´estopes (Cabeza de estopa) por su melena de color similar a la paja. La Edad Media, como la mayoría de épocas históricas, no fue un oasis de convivencia y en las tumultuosas Españas menos, y , entre otros,  Ramón se enfrentó (y perdió) con un tal Rodrigo Díaz de Vivar. El rubio conde luego sería asesinado en un bosque, al parecer por orden de su hermano Berenguer Ramón. Quién quiere enemigos, teniendo hermanos. 


 - Ramiro II,  el Monje (1086-1157). Un calificativo muy justo, pues este rey de Aragón vivió en un monasterio desde la más tierna infancia, y de hecho era obispo cuando a los 48 años fue  reclamado para el trono por los nobles aragoneses, descontentos con el testamento de su hermano Alfonso I. Una vez rey casó a su única hija Petronila con el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV,  unificando las dinastías e iniciando la Corona de Aragón. También hubo de enfrentarse a revueltas señoriales, ejecutando a ciertos nobles (un acontecimiento entre la realidad y la ficción que dio pie a la leyenda de la Campana de Huesca, que a su vez sirvió de inspiración para novelas y obras pictóricas, como el soberbio lienzo del principio de esta entrada). Aunque curiosamente no pasó a la historia como (sugerencias mías)  el Verdugo o el Decapitador, sino como el ya dicho de Monje. Ciertamente, en 1137, sólo tres años después de ser coronado, delegó el poder en Petronila y su yerno y regresó a la vida monacal, aunque oficialmente el rey siguiera siendo él durante dos décadas. Murió en paz en 1157.  


 - Alfonso II , el Casto (1157-1196). ¡Vaya, un monarca bueno! Conde de Barcelona y monarca de Aragón desde 1164 a 1196, su apelativo se explica porque, al parecer, no se le conocieron aventuras y escarceos amorosos fuera de su exitoso matrimonio. Rara avis este recto rey. Su padre Ramón Berenguer IV fue llamado el Santo, aunque éste fue más juguetón y no siempre estuvo al lado de su mujer,  la citada más arriba Petronila. 


- Teobaldo I, el Trovador (1200-1253). Rey de Navarra entre 1234 y 1253, era sobrino de Sancho VII el Fuerte (de importante papel en las Navas de Tolosa en 1212) y él, más que en lo militar, tenía más interés en la poesía y en la música, de ahí su apodo. Su fama fue notoria en vida a causa de sus composiciones  y al parecer se asemejaba más a un trovatore seductor que a un tuno, pues se casó tres veces (un divorcio incluido) y tuvo varios hijos extramatrimoniales. 


- Eduardo I,  el Zanquilargo (1239-1307). El rey inglés de Braveheart (magnífico papel de Patrick McGoohan).  Su sobrenombre de Zanquilargo o Piernas largas (Longshanks) viene dado por su talla física, cercana al 1.90 de altura.  Monarca entre 1272 y 1307, lo cierto es que para los ingleses fue un gobernante competente (los galeses y escoceses no  estuvieron ni están de acuerdo) y enérgico el cual, entre otras decisiones, expulsó a los judíos de su reino en 1290 (toma Leyenda Negra). Guerrero, no murió en combate pero estuvo hasta los últimos días de su larga vida en conflicto con Escocia, de ahí su otro apodo, Martillo de los escoceses. 


 - Juan I, el Póstumo (noviembre de 1316). Nació cuando su padre, el rey francés Luis X, había fallecido ya, de ahí su sobrenombre. Pero la criatura apenas viviría, pues sólo cinco días después dejaba este mundo. No tardaron en surgir novelescas historias de advenedizos e iluminados que aseguraban ser Juan el Póstumo, habiendo crecido en el campo, lejos de la Corte. 


- Pedro IV,  el Ceremonioso (1319-1387). Rey de Aragón, de Valencia, de Mallorca, conde de Barcelona  y duque de Atenas y Neopatria, es uno de los grandes monarcas aragoneses de la historia. En ciertas ocasiones se alió con Castilla y tampoco fue ajeno a las guerras nobiliarias del vecino. Su sobrenombre se explica por su gusto por los actos solemnes,  las leyes y las costumbres. No en vano, entre otras decisiones, bajo su reinado se implantaría la Generalidad (Generalitat) catalana.


- Pedro I,  el Cruel y el Justiciero (1334-1369). El siglo XIV fue uno de los más convulsos de la Edad Media española, con guerras civiles entre monarcas y príncipes,  y en este rey de Castilla entre 1350 y 1369 recae la particularidad de,  según sus partidarios o detractores, tener un apodo u otro: para los primeros fue el Justiciero, y para los segundos el Cruel. En estos sobrenombres influyó la propaganda a favor o en contra , pero lo cierto es que fue una época violenta donde no fueron extraños los asesinatos entre familiares. El propio Pedro moriría a manos de su hermano bastardo Enrique (ver siguiente rey). Sangriento final para una figura peculiar que también se distinguió por su protección a la cultura y a las clases populares.


- Enrique II , el Fratricida o el Bastardo y el de las Mercedes (1334-1379). Al igual que Pedro era hijo del rey Alfonso XI, pero él era fruto de los amores extramatrimoniales de su padre con Leonor de Guzmán, por lo que siempre fue conocido como el bastardo, aunque es más famoso su apelativo de el fratricida, pues asesinó a su medio hermano Pedro I con la inestimable ayuda de su aliado el noble francés Bertrand Duguesclin, quien según la leyenda dijo en medio de la pelea  "ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor", facilitando la puñalada (no precisamente por la espalda) de Enrique a Pedro. El Fratricida o, para sus fans,  el de las Mercedes , reinó sólo diez años en Castilla,  pero fundaría la dinastía Trastámara, tan importante en la historia española.  


 - Martín I,   el Humano (1356-1410). No, no se trata de que su reino estuviera formado únicamente por bestias y plantas y él fuera el único "humano", no. El sobrenombre viene por su humanismo, es decir, por su nivel intelectual y favorecedor de la cultura, en una época de Renacimiento temprano. Rey de Aragón, lo fue también de Sicilia, y tuvo en el exterior la tranquilidad que no disfrutó en la Península.


- Juan sin Miedo (1371-1419). Parece sacado de un cuento de los hermanos Grimm, pero hay toda una tradición en ciertos duques de Borgoña que pasaron a la historia por su arrojo y chulería. Este Juan era hijo de Felipe el Atrevido y su nieto sería conocido como Carlos el Temerario. Juan se ganó su apodo porque desde muy joven destacó en las artes militares; luego participó en Agincourt (1415) y marchó sobre París ante la debilidad del rey de Francia, siendo luego asesinado por una facción de nobles. Por lo visto también fue arrojado en el amor, pues fue padre de varios vástagos ilegítimos. 



 - Enrique III, el Doliente (1379-1406). Nieto de Enrique II el Fratricida y de Pedro IV el Ceremonioso, a priori su apodo puede interpretarse de dos formas: o que fuera un romántico al que le afectasen las "cosas del corazón", o que se tratase de un quejica de mala salud. Se trató de lo segundo, y falleció joven; su sobrenombre encubre un tanto los éxitos, tanto en política interna como externa,  de su reinado,  que iniciara a los 14 años de edad. 
 

- Enrique IV,  el Impotente (1425-1474). Rey de Castilla 20 años, desde 1454 hasta su muerte, su sobrenombre es  bastante conocido y  uno de los más  denigrantes de la historia. Su impotencia sexual no está del todo clara y puede que simplemente no le atrajeran las mujeres (ya en vida se le acusaba de ello, entre otros muchos ataques, pues fue un rey vilipendiado por otros reyes y nobles), aunque tampoco se descarta, en una época en la cual los cortesanos presenciaban la consumación del acto sexual, que básicamente el bueno de Enrique no pudiera concentrarse ante las apremiantes miradas de voyeurs (no todo el mundo tiene esa facultad de desinhibición). 

- Felipe V, el Animoso (1683-1746). El primer Borbón que reinó en España se caracterizó por su largo reinado de 1700 a 1746, pero también por su carácter apático, con frecuentes cambios de humor y ratos de demencia, aunque supo elegir bien a sus ministros y colaboradores, quienes sin duda reactivaron al país. En 1724 abdicó en su hijo Luis, pero la muerte de éste a los siete meses le obligó a volver al trono de mala gana. Muchos historiadores han querido ver en esta renuncia un reconocimiento del propio Felipe de su incapacidad para reinar. Ciertamente a partir de 1724 las cosas irían a peor y el comportamiento del rey y sus escenitas fueron cada vez más desconcertantes, escatológicas  y surrealistas hasta su muerte por un derrame cerebral. Por lo visto sólo la guerra (desde palacio, por supuesto)  le rescataba de la depresión, de ahí lo de animoso. Nada espectacular; más realista y fidedigno hubiera sido Felipe el Loco


- Alfonso XII, el Pacificador (1857-1885). No siempre se dice en voz alta el sobrenombre dado al Borbón por sus apologetas; lo cierto es que uno se lo imagina como un sheriff del Viejo Oeste o como el típico negociador con los atracadores de un banco. Bromas aparte, Alfonso, fruto, según no pocos historiadores , de los amores de la reina Isabel II con un capitán, vino a simbolizar , como primer rey tras la I República, la Restauración monárquica después del alocado Sexenio Revolucionario, y es la piedra de toque de uno de los más largos y estables periodos de la historia española (1875-1923)  pese a la oligarquía, el caciquismo y el desastre colonial. Aunque realmente quien estuvo detrás de todo fue el gran político Cánovas del Castillo, quien era casi como un padre para él. Pero Alfonso supo cuál era su papel y fue un rey aceptable, aunque murió antes de cumplir los 28 años, de tuberculosis. 



Como conclusión, puede decirse que los tiempos donde los reyes tenían un buen apodo quedan ya  muy lejanos, y que en general, eran mucho más imaginativos y sabrosos en la Edad Media.  ¡Volvamos al Medievo!

2 comentarios:

  1. ¿Sabes que es verdad lo que dices? Me parece increíble que en España, con lo dados que somos a poner apodos a los reyes, no les hayamos puesto todavía un mote a los últimos reyes que han reinado. Yo no he olvidado las risas que me echaba en la carrera cuando se hablaba de los candidatos al trono de España tras la Revolución de 1868. El candidato Leopoldo de Hohenzollern Sigmaringen pasó a ser conocido como Leopoldo "Ole-ole si me eligen". Los españoles, que siempre hemos sido muy graciosos!

    Bromas aparte, me ha gustado mucho el artículo, como no podía ser de otra manera. Ya había oído hablar de muchos (Pipino el Breve es de mis favoritos, XD), pero también he visto a otros de los que no sabía apenas nada. Y me ha gustado el hecho de que no te hayas ido a los más obvios, como podrían ser Juana la Loca o Alfonso X el Sabio, de sobra conocidos por todo el mundo. Así también he aprendido algo nuevo!

    Por cierto, que yo estoy preparando para los próximos días un post dedicado a los monarcas más locos de la historia. ¡A ver qué sale! ^^*

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    1. Jeje, muchas gracias Laura. Me alegro que te haya gustado...hay todo un mundo!

      Reyes locos? Lo espero con impaciencia! Ya sabes que tiene que estar Felipe V, que con sus demencias y escenitas da para una entrada... ;)

      Un abrazo!

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