18.6.14

Himnos

   Como estamos en pleno Mundial de fútbol y no estudio todo lo que debería (por ello y por otras razones), hoy quería compartir una nueva lista personal, esta vez relacionada con esta competición: los himnos nacionales.

   Siempre están y han estado ahí, han servido y sirven para unir y cohesionar a  imperios, países (y en ciertos casos a regiones), en otras ocasiones se han alterado para servir a tal o cual ideología, o se han prostituido según intereses políticos, pero lo cierto es que como composición  de alcance nacional y símbolo de la nación su valía es incuestionable, siempre que se utilice para incrementar los valores positivos  que el patriotismo sano aporta, como la unión, la integración, la lealtad a un pasado, el respeto a los ancestros y a la historia del país,  la reafirmación del presente y la mirada optimista al futuro. 
 Desde luego su interpretación no se reduce a los eventos futbolísticos y deportivos en general, pero tengo la percepción que suelen tener más publicidad y alcance cuando dichas competiciones se celebran, pues ya sea un Mundial, o una Eurocopa, o unos Juegos Olímpicos  están en los ojos, en las bocas y en los oídos de todo el mundo. 

   Así, como gran amante y  firme defensor de los himnos nacionales,  he confeccionado una especie de lista con los, para mí, mejores del mundo, ya sea por su belleza, su intensidad, su trascendencia o su significado. Es personal y ciertamente reducida, pues los que conozco son fundamentalmente europeos y americanos, quedándome por conocer todo un mundo (y además de verdad) de himnos asiáticos, africanos y oceánicos.  Por motivos obvios queda excluido el español, no porque no me guste (siempre me ha parecido precioso e intenso, aunque yo lo sustituiría por esa composición emotiva y de tan hondo calado llamada Suspiros de España), si no porque considero que en esta lista no debe figurar el de mi país, aunque desde luego sea uno de los más maltratados e injustamente despreciados, y da para otra concienzuda entrada (data de 1760 y es de los más antiguos del mundo, pero esa es otra historia).


1- Francia.  La marseillaise https://www.youtube.com/watch?v=4K1q9Ntcr5g   (La marsellesa. Letra y música de Claude Joseph Rouget de Lisle). Quizá tópico y habitual, pero parece obligado que esté en el primer puesto. Hasta un clásico "antifrancés" como yo (tal vez soy injusto, porque aún no he pisado Francia, pero sólo me ha gustado, desde siempre, su literatura) reconoce el valor, la gloria y el ardor guerrero capaz de levantar a los ciudadanos de un país entero, de un himno inmortal y de honda repercusión desde su origen (1792, adoptado en 1795, en plena Revolución francesa). Políticamente incorrecto también por su feroz letra, con estrofas como las iniciales, las más conocidas:



Allons enfants de la patrie                                                              
Le jour de gloire est arrivé!
Contre nous de la tyrannie
L'étendard sanglant est levé!
L'étendard sanglant est levé!
Entendez-vous dans les campagnes
Mugir ces féroces soldats?
Ils viennent jusque dans vos bras
Ecorger nos fils, et nos compagnes,

 
 Aux armes citoyens! Formez vos bataillons!
Marchons, marchons,
Qu’un sang impur abreuve à nos sillons!



(Marchemos, hijos de la patria,
Que ha llegado el día de la gloria
El sangriento estandarte de la tiranía
Está ya levantado contra nosotros,

está ya levantado contra nosotros
¿No oís bramar por las campiñas
A esos feroces soldados?
Pues vienen a degollar
A nuestros hijos y a nuestras esposas.

¡A las armas, ciudadanos!
¡Formad vuestros batallones!
Marchemos, marchemos,
Que una sangre impura
Empape nuestros surcos.)





En un país con complejos  y sin orgullo por su pasado como España, la  explícita letra se habría cambiado o suprimido hace mucho tiempo, pero hablamos de Francia, así que se mantiene a viento y marea, pese a ciertas críticas y varios intentos de reescribirlo por parte de destacados franceses. Además, ha sido considerado en algunos momentos un símbolo de libertad, tanto en la realidad, como cuando se cantó en el Mundial de 1938 como respuesta al fascismo italiano o frente a los nazis en la Francia ocupada (1940-1945), como en la ficción, en películas como Casablanca o Evasión o victoria. Verdaderamente es un himno impresionante, es imposible no estremecerse y resistirse a no cantarlo y cuando se escucha, o bien uno se siente capaz de todo, o se achanta por el peso y la emoción de la letra y la música, como le ha ocurrido a ciertos políticos.



2- Italia.  Il Canto degli Italiani https://www.youtube.com/watch?v=04ckV9QueXc (El canto de los italianos, también llamado Inno di Mameli.  Letra de Goffredo Mameli, música de Michele Novaro). En el país de Verdi, Rossini, Puccini, Donizetti, Leoncavallo  o Mascagni, parece apropiado tener un himno con trazas operísticas. Y a fe que lo es este canto de los italianos. Festivo y solemne a la vez,  y todo un espectáculo cuando la selección italiana la canta, quizá me gusta tanto por la belleza de la música, como de la letra en sí, con esas referencias históricas y de destino fatalista, con esa elegante preciosidad que sólo tiene la lengua italiana:


         
Fratelli d'Italia,
l'Italia s'è desta,
dell'elmo di Scipio
s'è cinta la testa.
Dov'è la Vittoria?
Le porga la chioma,
ché schiava di Roma
Iddio la creò.

CORO:
Stringiamci a coorte,
siam pronti alla morte.
Siam pronti alla morte,
l'Italia chiamò.
 (...)

(Hermanos de Italia,
Italia se ha despertado,
el yelmo de Escipión
se ciñe a la cabeza.
¿Dónde está la Victoria?
Le ofrezca la cabellera,
que esclava de Roma
Dios la creó.

CORO
Juntémonos en cohorte,
estamos preparados para la muerte.
Estamos preparados para la muerte,
Italia llamó.)

Como tal el himno fue compuesto en el contexto del Risorgimento, en 1847,  por el poeta genovés Goffredo Mameli , quien le envió la letra al compositor Novaro, y éste le añadió la música.  Al declararse claramente republicana, la canción permanecería relegada durante casi un siglo al intaurarse la monarquía en la Italia unificada, por lo cual sólo sería oficial hasta 1946, con la nueva República. Pero verdaderamente al escucharlo se transporta uno a esa época maravillosa de las revoluciones nacionales del siglo XIX, ese tiempo tan hermoso, cruel, trágico e irrepetible a la vez. El propio Mameli, firme patriota, murió en 1849, con sólo 21 años, mientras luchaba en las tropas de Giuseppe Garibaldi cerca de Roma. L'Italia chiamò.



3- Turquía. Istiklâl Marsi  https://www.youtube.com/watch?v=od2J9gFf7Sk (La marcha de la Independencia. Letra de Mehmet Akif Ersoy, música de Osman Üngör). Himno adoptado en 1921 tras convocar concurso el gobierno del militar Mustafá Kemal "Atatürk" (1881-1938), padre de la Turquía moderna, en el contexto del movimiento nacional turco que acabaría expulsando a los Aliados y finiquitando el decadente Imperio Otomano, aunque no por ello el himno iba a estar exento de magnificiencia:


Korkma, sönmez bu şafaklarda yüzen al sancak;

Sönmeden yurdumun üstünde tüten en son ocak.

O benim milletimin yıldızıdır, parlayacak;

O benimdir, o benim milletimindir ancak.


Çatma, kurban olayım, çehreni ey nazlı hilal!

Kahraman ırkıma bir gül! Ne bu şiddet, bu celâl?

Sana olmaz dökülen kanlarımız sonra helâl...

Hakkıdır, Hakk'a tapan, milletimin istiklâl! 


(...)



 (¡No al miedo y la consternación! Para que la bandera carmesí que orgullosamente ondea en los albores, que nunca se desvanecerá,
Antes de que el último corazón que está ardiendo por mi nación se consuma.
Es la estrella de mi nación, brillando por siempre,
es mía, es la estrella de mi valiente nación.

Sin fruncir el ceño, delicada media luna, estoy listo para morir por ti.
¡Sonríe ahora mi heroica nación! ¿Por qué esta cólera, por qué la rabia?
Nuestra sangre que derramamos por ti no será en vano
¡Ya que la libertad es el derecho absoluto de los súbditos de esta nación devotos!)






Son bellas frases y palabras, aunque evidentemente son más impresionantes  y equilibradas cantadas en su idioma original. Desde que lo escuchara por primera vez en ya no sé cuál evento deportivo, el himno turco se me quedó grabado en la mente por su fuerza, su sobriedad y su vigor dramático. 

  

4- México. https://www.youtube.com/watch?v=frAh60X367A (Sin título específico. Letra de Francisco González Bocanegra, música de Jaime Nunó). Otra ardorosa composición de exaltación de la patria, guerra y valentía, para insuflar fuerzas y ánimos. Debo estar influido, en mi devoción a este himno, por la gran simpatía y afinidad con el país azteca, con el cual los españoles compartimos tantos aspectos. Sin embargo, no tenemos en común esa firmeza patriótica y ese respeto por la bandera que tienen los mexicanos. Tanto la letra como la música datan de mediados del siglo XIX y es fácil percibir, por un lado, la influencia de La marsellesa, pero por otra parte tiene ese toque con algo de zarzuela (la música la compuso un español) y a la vez  hispanoamericano, tanto en la retórica de la letra como en la música, que te retrotae a la convulsa época de caudillos y espadones (como, por ejemplo,  Santa Anna):


(Coro)

Mexicanos, al grito de guerra
El acero aprestad y el bridón;
Y retiemble en sus centros la tierra
Al sonoro rugir del cañón.

Ciña ¡Oh Patria! tus sienes de oliva
de la paz el arcángel divino,
que en el cielo tu eterno destino
por el dedo de Dios se escribió.
Mas si osare un extraño enemigo
profanar con su planta tu suelo,
piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo
un soldado en cada hijo te dio.

(...)


5- Países Bajos. Het Wilhelmus https://www.youtube.com/watch?v=mZA2szxjFxM ( El Guillermo. Letra y música de autores desconocidos). Probablemente el himno más antiguo del mundo, pues la letra fue escrita en torno a 1570 como una especie de apología de Guillermo de Orange (1533-1584), líder de la revuelta contra los españoles; la música se considera decimonónica, aunque no se descarta del todo que también fuera compuesta en el siglo XVI. Con todo, como muchos himnos del mundo, no se adoptaría como oficial hasta fechas relativamente recientes.  Con características de composición religiosa, para cantar en la iglesia, verdaderamente es litúrgico, etéreo, sacro, bello; además, no es el típico canto guerrero o patriótico, pues se limita a glosar las hazañas del Taciturno. Particularmente siempre me ha gustado cuando dice:

(...)
Een Prinse van Oranje
ben ik, vrij, onverveerd,
den Koning van Hispanje
heb ik altijd geëerd.

 (Un príncipe de Orange
soy, libre y valeroso
al Rey de España
siempre he honrado.)


Pues, efectivamente, Guillermo protagoniza la rebelión contra Felipe II (aunque directamente no le ataca), rey que le había nombrado su estatúder (lugarteniente) en Holanda; siendo un niño había sido educado por la hermana del emperador Carlos, quien le compensó repetidas veces y para el cual sirvió militarmente. Por ello fue de los nobles holandeses que más se resistieron a iniciar la revuelta contra la Monarquía Hispánica. Pero finalmente estallaría la fatal Guerra de los Ochenta Años. 


 6- Uruguay. https://www.youtube.com/watch?v=CJ2FWYCJWGo (Sin título específico. Letra de Francisco Acuña de Figueroa, música de Francisco José Debali). La República Oriental del Uruguay es segundo país más pequeño de Sudamérica, su población supera por poco a  la de capitales como Madrid,  y siempre ha estado, normalmente para mal, a la sombra de sus dos vecinos  gigantes, Argentina y Brasil.  Su himno nacional vio la luz a mediados del siglo XIX, cuando el país llevaba independiente apenas veinte años. Es una composición ciertamente alegre y con brío, y cuando se interpreta la letra no comienza hasta el primer minuto. Tiene aún más trazas de obertura operística que el himno italiano (quizá por ello me entusiasma) y verdaderamente recuerda a las obras de Rossini, por ejemplo. No obstante, quien compuso la música (Debali) vivió en Italia y Uruguay es uno de los países del continente con mayor influencia (por la inmigración) italiana. La letra es característica de su siglo:


¡Orientales, la Patria ó la tumba!
¡Libertad ó con gloria morir!
¡Orientales, la Patria ó la tumba!
¡Libertad ó con gloria morir!

Es el voto que el alma pronuncia,
Y que heroicos sabremos cumplir.

Es el voto que el alma pronuncia,
Y que heroicos sabremos cumplir,
Que sabremos cumplir.
Es el voto que el alma pronuncia,
Y que heroicos sabremos cumplir,
Que sabremos cumplir.

¡Sabremos cumplir!
¡Sabremos cumplir, sabremos cumplir! 

(...)


7- Portugal. A Portuguesa  https://www.youtube.com/watch?v=MkSQ6_XhvjQ (La Portuguesa. Letra de Henrique Lopes de Mendonça, música de Alfredo Keil). Este himno no se entiende sin las fricciones entre el país vecino y Reino Unido (uno de sus tradicionales aliados)  a finales del siglo XIX por cuestiones coloniales africanas. Data de 1890 y se adoptaría veinte años más tarde, y es una composición republicana, por lo que se prohibiría según los avatares políticos. Son evidentes las influencias de La marsellesa por su ritmo, su entonación, su ardor guerrero y su letra contundente sin rodeos (que se ha ido suavizando con el paso del tiempo):


 (...)

Às armas, às armas!
Sobre a terra, sobre o mar,
Às armas, às armas!
Pela Pátria lutar
Contra os canhões marchar, marchar!



(¡A las armas, a las armas!
Sobre la tierra, sobre el mar,
¡A las armas, a las armas!
¡Por la patria a luchar!
¡Contra los cañones marchar, marchar!)








8- Alemania. Das Deutschlandlied https://www.youtube.com/watch?v=tk2q-uZjleo (La canción de los alemanes. Letra de August Henrich Hoffmann von Fallersleben, música de Joseph Haydn). Otro de los grandes clásicos, entre otras cosas por lo mucho que podemos escucharlo dada la regularidad triunfal de los alemanes en el deporte. El himno en sí es una composición lenta, con cierta pausa pero con fuerza e intensidad in crescendo. La música se compuso antes que la letra y es obra del gran Joseph Haydn (1732-1809) en honor del emperador Francisco II (1768-1835), y desde luego la melodía tiene resonancias tanto austríacas como de ese tiempo a caballo entre el fin del Antiguo Régimen, las guerras napoleónicas y el comienzo de la Edad Contemporánea. La letra, de 1841, sí se ha prestado a más polémicas pues originalmente contiene frases como
Deutschland, Deutschland über alles,Über alles in der Welt, ("Alemania, Alemania por encima de todo, por encima de todo en el mundo"), o  referencias a los límites geográficos del Imperio Alemán que desde hace más de 70 años resultan ofensivas para los países vecinos, por no hablar de la segunda estrofa donde se habla de las bondades del vino alemán y las mujeres germanas. Por ello, la actual República sólo considera oficial  la tercera, donde, más políticamente correcta, se limita a hablar de unidad, justicia, libertad, fraternidad y felicidad. Desde luego,  ciñéndonos a la música en sí, es un estupendo himno, elegante,  majestuoso y con sabor añejo.



9- República Checa. Kde domov můj? https://www.youtube.com/watch?v=DGnV0YQ9cu0  (¿Dónde está mi hogar?. Letra de Josef Kajetán Tyl, música de Frantísek Skroup). El checo, otro de mis países predilectos, y como en otras ocasiones, por motivos no siempre explicables. En la nación de grandes  y peculiares compositores como Antonín Dvořák o Bedřich Smetana, parecía obligado que su himno fuera algo distinto. Efectivamente, el checo (anteriormente checoslovaco) no es una composición militar, que llame a las armas, apele a la valentía o pida sangre, aunque no por ello es menos intenso. Precioso, pausado y emotivo, prefiere detenerse en el paisaje del país de forma poética; luego, la melodía tiene cierta fuerza sutil, diríase que luciría estupenda en una ópera o, mejor aún, una película épica o dramática:


Kde domov můj, kde domov můj?
Voda hučí po lučinách,
bory šumí po skalinách,
v sadě skví se jara květ,
zemský ráj to na pohled,
A to je ta krásná země,
země česká, domov můj,
země česká, domov můj.
(...)
 
(¿Dónde está mi hogar, ¿dónde está mi hogar?
El agua susurra en las praderas,
los pinares murmuran por las laderas
en el huerto brilla la flor primaveral
como deleite del paraíso terrenal,
ésa es la preciosa tierra,
tierra checa, mi hogar,
tierra checa, mi hogar.)

10-Irlanda. Amhrán na bhFiann, también conocida por el título en inglés, A  Soldier´s Song  https://www.youtube.com/watch?v=BtL8v5D7Wls (La canción de un soldado. Letra de Peadar Kerney, música de éste y Patrick Heeney). Con un título más que intencionado, el himno irlandés fue compuesto poco antes de la I Guerra Mundial, cuando las pulsiones nacionalistas y en contra de Inglaterra iban en aumento y desembocarían en otro conflicto armado, en este caso por la independencia de la Isla Esmeralda. Pese a su cierto tono festivo y ligero, casi apropiado para que John Wayne la cante, pinta en mano y abrazado a su rival en El hombre tranquilo, realmente su letra es fiera y guerrera (pocos pueblos pueden sentirse más agraviados y despreciados por los ingleses que el irlandés)  aunque evocadora y bella:


Sinne Fianna Fáil,
Atá faoi gheall ag Éirinn,
Buíon dár slua,
Thar toinn do ráinig chugainn,
Faoi mhóid bheith saor,
Seantír ár sinsear feasta,
Ní fhágfar faoin tiorán ná faoin tráill;
Anocht a théam sa bhearna bhaoil,
Le gean ar Ghaeil chun báis nó saoil,
Le gunna scréach faoi lámhach na bpiléar.
Seo Libh canaidh amhrán na bhFiann.

 (Somos soldados
que juraron su vida a Irlanda.
Algunos vinimos
de un país allende las olas.
Juramos ser libres.
Nunca más la tierra de opresión
refugiará al déspota o al esclavo.
Hoy cruzamos el foso mortal
Por la causa de Irlanda,aunque haya dolor o herida;
Entre el rugir del cañón y las balas,
Cantaremos una canción del soldado.)


Como el gaélico irlandés no es conocido ni dominado por la totalidad de los irlandeses (al contrario que antes de la invasión inglesa) ni lo era en el momento de composición del himno, se escribió primero en inglés, siendo traducido posteriormente. Adoptado oficialmente por la República de Irlanda a finales de los años 20, evidentemente tiene más carga simbólica y emotiva cantado en gaélico; de hecho, no es raro ver a los aguerridos jugadores de rugby irlandeses llorar cuando entonan  su himno frente a Inglaterra. 


 
 


Caso especial: Rusia. Государственный гимн Российской Федерации, Gosudárstvenni Gimn Rossíiskoi Federátsii https://www.youtube.com/watch?v=CglW5pqXouw (Himno Estatal de la Federación Rusa. Letra de Serguéi Mijhalkov, música de Aleksandr Aleksándrov). Acaso uno de los más impresionantes y sobrecogedores, tanto por la fuerza de la orquesta y de los cantos marciales rusos, como del significado: es escuchar este himno e imaginarse a los tanques soviéticos y a las tropas desfilando en la Plaza Roja de Moscú. Pues, efectivamente, es el oficial desde el año 2000, cuando el gobierno de Putin restauró como tal  el que había sido el himno durante la Unión Soviética (data de la época de Stalin y fue aprobado por él), una decisión, obviamente, no exenta de polémica y controversia en la propia Rusia, aunque la letra se haya cambiado. Por ello, pese a que reconozco su belleza e intensidad, no puedo colocar más arriba este himno, pues me evoca esa época tan dura y trágica de los años del dictador, que tantas desgracias y muerte llevó a millones de rusos.  Sólo un nostálgico recalcitrante de la Unión Soviética (que los sigue habiendo en Rusia) o un rusófilo (existentes en Europa, América y Asia) deslumbrado por el poder soviético en la guerra mundial y en la posguerra y a la vez ignorante (o ciego) de cómo fue la realidad del pueblo ruso, sólo a esos dos tipos, puede emocionarle de verdad este himno:



Rossiya — svyashchennaya nasha derzhava,
Rossiya — lyubimaya nasha strana.
Moguchaya volya, velikaya slava —
Tvoyo dostoyane na vse vremena!

Pripev:

Slav'sya, Otechestvo nashe svobodnoye,
Bratskikh narodov soyuz vekovoy,
Predkami dannaya mudrost' narodnaya!
Slav'sya, strana! My gordimsya toboy!
(...)
 (Rusia, nuestra patria sagrada, Rusia, nuestro amado país.
Una poderosa voluntad, una gran gloria —
¡Son tu herencia por toda la eternidad!

Estribillo:
Sé gloriosa, nuestra patria libre,
La eterna unión de pueblos hermanos,
¡La sabiduría popular dada por nuestros antepasados!
¡Sé glorioso, país! ¡Estamos orgullosos de ti!)
 (...) 
 +++++++

Fuera de lista: como elegí diez y el ruso,  con dolor he dejado fuera a dos himnos de dos naciones constituyentes, oficialmente no países independientes, como son Escocia y Gales. La primera no tiene himno oficial, aunque los dos más utilizados en eventos deportivos o políticos sean Scotland the Brave/Alba an Aigh (Valiente Escocia) y Flower of Scotland (Flor de Escocia); por la segunda tengo especial devoción, se emplea sobre todo en rugby y es un hermoso canto guerrero celta. El himno galés, Hen Wlad Fy Nhadau (Tierra de mis padres) es otra hermosa evocación céltica que rememora tanto el pasado guerrero frente a los ingleses como las virtudes de su geografía. Por último, tampoco he incluido el hermoso y melancólico himno de Israel, Hatikva (La Esperanza), pues, aunque la letra tiene vigor y optimismo, la música no es enteramente original; es la misma del precioso y famoso Moldava de Smetana. 





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(Letras y traducciones de todos los himnos sacadas de la Wikipedia, excepto el turco, extraído del blog analesdeturquia.blogspot.com. Gracias por tomarlo prestado.)

12.6.14

Ya está aquí el Mundial.

    


   Desde los comienzos de este blog he escrito sobre (casi) todo, prácticamente, y ya es como una costumbre que cada dos años lo haga sobre fútbol. 
En efecto,   una vez más, el tiempo fugaz nos trae una nueva competición  de selecciones, para goce y disfrute de los que nos gusta este deporte y también como distracción de la realidad circundante. No me refiero, por supuesto, a que el fútbol solucione los problemas, pero ya se sabe que en determinados momentos puede entretener hasta al menos futbolero. Aparte, un Mundial de fútbol es algo único y especial, que puede paralizar al planeta (el cual desgraciadamente no se bloquea por otros asuntos más graves) y que en un buen número de ocasiones ha trascendido lo meramente futbolístico para mezclarse con la política, la sociedad o la historia. De hecho, este de 2014 está resultando polémico por las crecientes y violentas protestas del pueblo brasileño (ya es el más caro de todos los tiempos), por lo lejanas que están ciertas sedes entre sí (como Manaos, en medio de la selva amazónica) y por las obras apresuradas y a medio terminar de estadios e instalaciones; Brasil, pese a su espectacular crecimiento en los últimos años, sigue siendo un país en vías de desarrollo.

    El Mundial de fútbol como competición se acerca ya a los 85 años de historia y a la vigésima edición,  desde el primero celebrado en Uruguay en 1930,  y en tanto tiempo generación tras generación de aficionados (y no tan aficionados) han podido disfrutar, lamentar, enfadarse, alegrarse o llorar tanto como con las andanzas y desgracias del equipo de su país como las de otras selecciones favoritas u odiadas según sea la persona, ya sea por simpatías hacia tal o cual nación, por rivalidades y fobias históricas,  porque en determinada escuadra juegue su estrella predilecta o simplemente porque en el devenir de la competición se ha ido enamorando de su juego, del carácter demostrado o de sus partidos. 
   
  Prácticamente, hasta hace 6 años los españoles, al caer su selección a los cuatro o como mucho cinco partidos, tenían (teníamos) que dirigir sus miradas hacia otros equipos más potentes, históricos y triunfadores. Y yo no fui la excepción. Siempre, desde los cromos Panini prácticamente,  he tenido como favoritas a Inglaterra (aunque eso era antes) y a Alemania, especialmente. Con Italia tengo una relación de amor-odio que arranca desde el gran  Paolo Maldini (lo de la estrella antes referido) por una parte, y por otra, el codazo de Tassotti a Luis Enrique que escoció durante años y años.  Por Holanda siempre he tenido afinidad  y nunca he sido un entusiasta de Brasil o Argentina. Y Francia, por ejemplo, me encandiló en 1998 pero siempre he sido algo antifrancés, por lo general.
  Por supuesto, también se tienen simpatías y filias hacia selecciones más modestas encaminadas a alguna machada (o ni eso)  cada dos o cuatro años. Desde pequeño  he tenido simpatías hacia países (tan dispares entre sí) como México, Irlanda, República Checa, Uruguay, Bélgica o Croacia. 

  La cuestión es que para este día traigo -en realidad llevo tiempo en la cabeza con ello, y gran parte de este post fue escrito hace tiempo-  una especie de pronósticos y comentarios, sin ánimo de ser exhaustivo ni parecer un experto, principalmente de las 10 selecciones generalmente consideradas clásicas,  favoritas  o por lo menos habituales a estar en la pomada, como suele decirse, además de España, claro, ya que 32 son muchos equipos, y siendo sinceros, a quién puede interesarle de verdad un Costa Rica-Irán, por ejemplo, aparte de a la gente de esos países o seas Julio Maldonado. 



+Brasil: la indiscutible reina de las selecciones y potencia superlativa de este deporte; país futbolero por antonomasia donde los niños nacen  con un balón bajo el brazo. Imaginativos como nadie, abanderados del jogo bonito y del ataque -cuentan con 4 goleadores históricos con más de 50 dianas, liderados por "Pelé" con 77 en 92 partidos-,   festivos, filigraneros  y hasta cierto punto poco disciplinados y soberbios (no hay más que ver sus celebraciones de gol). Un Mundial sin Brasil no es Mundial, pues  no han faltado a ninguna edición  y cuentan con 5 títulos (1958, 1962, 1970, 1994 y 2002),   2 subcampeonatos y 2 terceros puestos. Es por ello por lo que prácticamente están siempre obligados a ganar, si  no, se considera debilidad o fracaso.  Además, juegan en casa, por lo que ellos mismos van a ser su mayor enemigo. Y el sorteo ha propiciado un posible enfrentamiento con Italia ya en cuartos de final.  Con todo, el equipo parece algo más asentado y  más temible que en 2010, aunque tal vez sea  la "canarinha" que menos estrellas presenta, a priori, desde hace mucho tiempo.  Desde luego, Brasil tiene dos opciones: una, o no llega a la final, o llega a la final y la gana, porque como la pierda de nuevo (64 años después del famoso "Maracanazo") la catástrofe puede ser de dimensiones apocalípticas.
Pronóstico:  claro candidato al título. 

 

 La Brasil de Edson Arantes do Nascimento,  "Pelé" (el segundo por la derecha en la fila inferior) ,  en México ´70,  el equipo que implantó el "jogo bonito", considerado generalmente como el mejor once de todos los tiempos, donde también destacaban Rivelino, Tostâo, Gérson, Carlos Alberto o  Jairzinho.  En la final,  disputada en el Estadio Azteca de México D.F. ,  Brasil goleó a Italia por  4-1,  logrando su tercer Mundial en sólo 12 años.   En la fotografía  también aparece su entrenador, Mário Zagallo, una leyenda de la "canarinha" pues ganó como jugador los mundiales de 1958  y  1962, como seleccionador  el de 1970 y como segundo entrenador el de 1994, aunque perdería la final de 1998  frente a Francia, de nuevo como técnico titular. 





+Argentina: empieza a cundir entre los propios argentinos la sensación de que en fútbol, pese a la indeleble trascendencia de Maradona (quien como persona y por sus actos dejó y deja un tanto que desear, pero en el campo fue extraordinario) y a la larga tradición futbolera del país (ya fueron subcampeones en el primer Mundial)  su status como potencia planetaria de este deporte queda cada vez más reducida a los dos fogonazos en forma de título en 1978 (ganado en casa, con ciertos partidos sospechosos de amaño por parte de la dictadura, como el Argentina-Perú)  y en 1986 (ya con Diego Armando y su "mano de Dios"), pues desde el subcampeonato de Italia ´90 nada se ha vuelto a saber de Argentina.  Todo un drama para un país tan pelotero y donde ello se vive con tanta desaforada pasión de barrabrava. Desde luego, si Messi explota de una vez con su selección y arrasa como viene haciéndolo en los últimos años en España y en Europa, y le acompañan como es debido (pues la cantera de cracks argentinos que se exportan al Viejo Continente parece inagotable)  puede pasar de todo.
Pronóstico: total incógnita. Campeones no parece, pero deberían estar como mínimo en semifinales.  


Argentina -de azul- ,  anfitriona,  venció a Holanda  -ya sin Cruyff-  en 1978 proclamándose campeona por primera vez. En la llamada "final de los papelitos" (arrojar papeles al terreno de juego fue una manera silenciosa de desobedecer al gobierno, el cual había reclamado orden y limpieza para dar buena imagen al mundo)   quedaron para la posteridad  las palabras de César Luis Menotti, seleccionador argentino, hacia sus jugadores antes del partido, y que  resultan clarificadoras para definir el clima del Mundial y del país en general  bajo la dictadura militar de Videla: "Cuando salgan al campo, no miren al palco, miren a las tribunas. Allí está el pueblo".






+Uruguay: país y selección por las que siento gran simpatía. Se tiende a menospreciar y a veces a despreciar directamente -por lo menos desde Europa-  a un equipo que, aunque ya no sea de los punteros, es una vieja gloria perteneciente  a una pequeña nación (y cuya población no supera los tres millones y medio) donde el fútbol se vive con pasión y tiene una larga tradición (además fueron el gran impulsor del Mundial en sí).  Cuentan con dos triunfos (vale, uno es el primero de la historia, en 1930, y fue algo descafeinado porque la mayoría de selecciones europeas renunciaron al largo viaje al  Cono Sur, pero el otro es el del "Maracanazo" arrebatado a Brasil en 1950) y han acabado tres veces en cuarto lugar -algo que ni España o Inglaterra pueden decir-,   puesto que alcanzaron en Sudáfrica 2010. Tradicionalmente han sido un equipo duro, correoso, y desde luego son muy competitivos y actualmente cuentan con un equipo bien armado y con una delantera temible (Luis Suárez-Cavani-Forlán), aunque también es verdad que les ha tocado un grupo muy complicado, con Italia e Inglaterra. Pero a casta y coraje les ganan muy pocos.
Pronóstico: sería una proeza acabar entre los ocho primeros.  


La selección uruguaya protagonista del "Maracanazo" de 1950, en Río de Janeiro,  ante más de 200.000 personas. El primero por la izquierda en la fila superior es  su carismático capitán, el mulato Obdulio Varela, "el Negro Jefe".  Alcides Ghiggia (segundo por la izquierda, abajo), autor del gol decisivo, dijo que "sólo tres personas han conseguido silenciar Maracaná con un solo gesto: el Papa, Frank Sinatra y yo". Verdaderamente el ambiente enmudeció de forma sepulcral suspendiendo la fiesta preparada para Brasil;  no se tocó el himno del país ganador y nadie entregó de forma solemne el trofeo a los campeones, quienes prácticamente pidieron perdón por ganar. De hecho, se registraron varios suicidios de  aficionados,  el  entrenador brasileño abandonó el estadio disfrazado, Brasil dejaría de vestir  de blanco, su uniforme habitual hasta entonces,  para siempre y adoptaría el definitivo amarillo, verde y azul, y Barbosa, el  guardameta, fue despreciado el resto de su larga vida. 





+Alemania: se respeta y se teme a los germanos, pero no siempre se les considera como un gigante  planetario, cuando realmente lo son; tres títulos (1954, 1974 y 1990), cuatro subcampeonatos y cuatro terceros puestos; acumulan siete finales (sólo la canarinha puede igualársele),  nunca han bajado del décimo lugar en un Mundial (eso ni Brasil puede decirlo, y además fue sólo una vez y en el lejano 1938)  y sólo han faltado a dos en su historia: uno, el primero, en Uruguay,   y el otro,  el de 1950, cuando después de la II Guerra Mundial no se les permitió participar, con lo que queda todo dicho.  Alemania siempre ha sido ese rodillo  con un juego directo, sin florituras y poco especulador ("Si no sabes donde pasar el balón, simplemente ponlo en la línea de gol", dijo Sepp Herberger, entrenador campeón en 1954), y que si es preciso dispara desde 30 metros -ocho de sus goleadores históricos, liderados por Klose (69) y "Torpedo" Müller (68),  han marcado más de 40 goles, entre ellos un centrocampista- .   El  equipo teutón tiene ese inconfundible gen ganador que comenzó a cimentar su leyenda al vencer inesperadamente a la maravillosa Hungría de Puskas en el Mundial de Suiza (El "Milagro de Berna").  Cuesta encontrar una  Mannschaft  que baje los brazos a las primeras de cambio, e incluso cuando presenta equipos algo limitados, puede ser subcampeona, como en 2002. Lleva dos mundiales consecutivos conformándose con el tercer puesto, y en Brasil podría recuperar el trofeo después de 24 años. 
Pronóstico: candidata al título. Mínimo, cuarto lugar. 



La Alemania  del  "Milagro de Berna"  (Das Wunder von Bern)  del  4 de julio de  1954 . Se llamó así  porque nadie esperaba que el equipo de un país en plena reconstrucción  y formado por futbolistas semiprofesionales  derrotase a la extraordinaria selección magiar que llevaba  4  años  imbatida   y  goleaba  a los mejores combinados nacionales.  La sorprendente victoria frente a Hungría por 3-2 en un épico partido bajo una lluvia torrencial   insufló  energías  y  autoestima al  pueblo germano, gestándose otro milagro, en este caso el  " económico alemán" de la nueva  República (algo reconocido por historiadores como Joachim Fest).  
El primero por la izquierda es Fritz Walter, su  veterano capitán.  Anteriormente había participado en la Segunda Guerra Mundial  , siendo reclutado como paracaidista mientras seguía jugando, hasta que en  el avance del  Ejército Rojo por Europa fue capturado y  deportado a Siberia por los soviéticos en  1945,  pero  unos  guardias  precisamente húngaros  le reconocieron en Ucrania mientras daban unos toques a un balón  y le salvaron  del Gulag. 
 Walter   no olvidó nunca  a los magiares, pues en  1956, cuando la URSS invadió Hungría y muchos de los jugadores subcampeones en Suiza huyeron de su país,  quien les ayudó económicamente fue él,  demostrando una vez más  su calidad  humana. 






+Italia: otro de los miuras. 4 campeonatos contemplan a los transalpinos (1934, 1938, 1982 y 2006), si bien el primero siempre estará empañado por los descarados favores arbitrales hacia el anfitrión (que perjudicaron, entre otras, a la potente España de Ricardo Zamora) bajo la atenta mirada en el palco de Benito Mussolini. Con todo, Italia es una de las selecciones a tener siempre en cuenta; sólo han faltado a dos mundiales (1930 y 1958), han sido además subcampeones en dos ocasiones, terceros una vez y cuartos otra, y lo del equipo italiano es una mezcla de competitividad, gen ganador, suerte y un punto -o dos- de picaresca. Se les ha denostado durante décadas por el catenaccio y su énfasis en la defensa, como si fuera lo más deleznable del mundo; desde luego, admirable es ganar jugando "bonito", pero a ver por qué no  lo es obtener la victoria teniendo en el campo a 11 gattusos  con más corazón que talento. Eso también es fútbol.  Con todo, entrenados por Prandelli  y con un Pirlo barbado y  divino a los 35 años están tratando como nunca al balón.  Los italianos siempre han sido conscientes de sus virtudes y   limitaciones, pero saben jugar sus cartas y  compiten como nadie con ese orgullo de campeón que no se rinde tan característico.  La Nazionale es capaz de lo peor, como ese vergonzoso vigésimosexto puesto en 2010, y de lo mejor, como ganar el Mundial en 1982 y en 2006 cuando nada ni nadie le esperaba. Eso es Italia. 
Pronóstico: puede tanto irse a las primeras de cambio como ser ese bloque granítico de siempre hasta la final, pero es candidata al título.


 La selección italiana (con la  camisa negra mussoliniana, en vez de la habitual suplente de la "Azzurra", blanca)  haciendo el saludo fascista en 1938, Mundial disputado en Francia en un ambiente prebélico  a donde sólo acudieron dos países americanos, Brasil y Cuba, y  al  cual   no pudieron  presentarse  España, en guerra civil, o  Austria, 'anexionada' por la Alemania nazi.   Antes de la final, Benito Mussolini envió al equipo un telegrama con un mensaje tan escueto como siniestro, viniendo del Duce: "Vincere o morire" (uno de los lemas fascistas). Vittorio Pozzo, su entrenador, debió ser un hombre de  extraordinario temple, pues en el Mundial  de  1934  ya había recibido, antes del partido decisivo  y a través de un heraldo, otro 'recado' del dictador: "Señor Pozzo,  es  usted el único responsable del éxito, pero que Dios lo ayude si llega a fracasar". Los 'azzurri' ganaron ese Mundial,   y cuatro años después, bajo una intensa presión psicológica, Italia ganaría a Hungría obteniendo su segundo trofeo  y posteriormente,  al conocer la historia, el portero húngaro diría con cierto humor que había perdido un Mundial pero al menos salvado la vida a 11 personas.







+Francia: país con mucho peso en los organismos deportivos y desde luego en los futbolísticos; no en vano van a organizar otra Eurocopa, su tercera, en 2016,  apenas 18 años después de haber acogido su segundo Mundial (mientras a otros como España parece que le van a recordar toda la vida el de 1982 para futuras competiciones),  por no recordar su polémica clasificación para el de Sudáfrica 2010. En cuanto a su selección, es intermitente en cuanto a presencias y triunfos.  Ganaron por fin el Mundial,  en casa (1998), con ese inolvidable equipo de emigrantes y mestizos liderado por Zidane, y aparte de eso, cuentan con un subcampeonato y dos terceras plazas. Sin el bagaje triunfal de Alemania o Italia, por otra parte son un poco como estos últimos pues son capaces de lo mejor, como  ganar en 1998 o quedar segundos en 2006, y de lo peor (28º y 29º lugar en 2002 y 2010, respectivamente). También es verdad que las nuevas figuras que han surgido tras el inevitable retiro de las anteriores no han llegado aún a ese nivel superlativo de Zizou, Djorkaeff, Pirès, Henry,  Thuram  o Desailly. 
Pronóstico: tiene una primera fase tranquila  y unos octavos asequibles, pero parece complicado que superen los cuartos de final, con los cruces que les ha deparado el sorteo (Alemania, Argentina, incluso Portugal...) y con importantes bajas como la de Ribéry.


La Francia campeona en 1998, un equipo multirracial de inmigrantes (motivo de  airadas críticas del político  ultraderechista Le Pen)  donde sólo 8 de los 22 jugadores  tenían padres franceses. El resto era un conglomerado de hijos de antillanos, guyaneses, argentinos, argelinos, calmucos,  armenios, portugueses,  guineanos e incluso melanesios, pues de Nueva Caledonia (Oceanía) es Christian Karembeu (primero por la izquierda, abajo).  Para lamento  de Le Pen, todo el equipo cantaba con firmeza el himno francés,  La marsellesa. Todos,  excepto Karembeu. El motivo era que su abuelo había sido expuesto en calidad de  caníbal  (sin serlo),  en una jaula y durante 6 meses, como un animal,   en la Exposición Colonial  de París en 1931.  El himno nacional estaba para su nieto relacionado con  la humillación de sus ancestros. 
Aún así, esta selección francesa se convirtió en un símbolo de la idoneidad del deporte para integrar y desterrar de una vez prejuicios raciales. 






+Inglaterra: "mucho ruido y pocas nueces" definiría muy bien a los Pross - y a tantas cosas de este país-. Inventores del fútbol moderno (y por algo el primer partido internacional de la historia fue contra Escocia allá por el año...¡¡1872!!),  con clubes con larguísima tradición y un ambiente inimitable en sus estadios, en cuanto a la selección no pueden sacar tanto pecho, aunque su orgullo siga casi intacto, pese a que a Brasil acudan desprovistos de favoritismo. Pero los ingleses pueden mostrarse superiores por un hecho o  una hazaña durante décadas; en lo referente al Mundial, llevan casi 50 años viviendo de ese título obtenido en Londres con el polémico -porque no fue-  gol  de Hurst  en 1966, y vendiendo la piel del oso antes de cazarlo, como suele decirse, cuando ni su trayectoria de antes (no debutaron hasta 1950, por ejemplo, aunque básicamente se debió a  la resistencia de los altivos ingleses a integrarse en la FIFA y porque no consideraban tener que competir en un Mundial para demostrar su superioridad) , ni la de después de ese Mundial es muy brillante: de hecho, han tenido sonadas ausencias, como las de 1974, 1978 y 1994,  y  lo más cerca que han estado de otra final es el cuarto puesto de 1990. 
Pronóstico: las grandes estrellas de los últimos 12 años (Gerrard y Lampard) están cerca de colgar las botas, luego está Rooney,  y el resto es un equipo de jóvenes prometedores pero por lesión van a faltar unos cuantos, así que nada apunta que todo lo anterior vaya a cambiar. Octavos de final; sería sorprendente de verdad que llegasen hasta los cuartos. 



La selección inglesa, con su capitán Bobby Moore a la cabeza,  sube al palco de Wembley para recoger el trofeo de campeón del Mundial de manos de su reina Isabel II.  Obsérvese  el  enorme blasón del Reino Unido, símbolo monárquico: todo muy pomposo, muy británico.  La Copa Mundial de 1966,  primer y único triunfo de Inglaterra y  celebrada cuando el presidente de la FIFA era  inglés (Stanley Rous) , se caracterizó por polémicas decisiones arbitrales y  facilidades en el calendario  que beneficiaron claramente a los anfitriones, pero también por  ciertas manipulaciones  de la organización,  como el hecho de que la selección inglesa jugase todos sus partidos  sin moverse de Londres,  en Wembley, de largo el mejor  y  mayor estadio del país. Pero sin duda la 'decisión' de  mayor importancia sería conceder  el famoso gol de Geoffrey  Hurst  en la final frente a Alemania, que no entró, como se vio claramente y como el mismo jugador reconocería años más tarde.






+Países Bajos/Holanda: los tulipanes van camino de convertirse en el  " segundón" por antonomasia, pues suman ya tres finales perdidas (1974, 1978 y 2010) teniendo en cuenta además que sólo han estado en nueve mundiales; aparte de esos tres subcampeonatos, fueron cuartos en 1998.  Actualmente están bastante lejos de lo que supuso la Naranja Mecánica de Cruyff o esos estilosos equipos con Van Basten, Gullit, Koeman,  Bergkamp o Kluivert, aunque ahora traen otra hornada joven, en su mayor parte proveniente de las inagotables canteras  del Ajax de Amsterdam y del  Feyenoord de Rotterdam. Aún así, con un equipo marrullero y calculador llegaron a la final de Sudáfrica en 2010, echando, entre otros, a Brasil.  Llegan a este Mundial entrenados por el peculiar Van Gaal y  en la fase de clasificación han arrasado, aunque eso no implique nada en absoluto, pues presentan importantes bajas como Van der Vaart o Strootman.
Pronóstico: pese a la vieja guardia  (Van Persie, De Jong, Sneijder, Robben y Kuyt), esta vez lo más normal sería que se quedasen en octavos, o como mucho, cuartos de final.


 Holanda en Alemania ´74, donde se le apodaría con  uno de los sobrenombres  más exitosos de la historia futbolística: "La Naranja Mecánica" (por el color de la camiseta y por  la película homónima de Kubrick  de 1971). Entrenados por Rinus Michels y liderados por Johan Cruyff,  fue un equipo revolucionario que vendría a implantar el llamado "fútbol total", donde todos los jugadores han de ser capaces  de desempeñarse en  cualquier puesto para no alterar la estructura táctica; por tanto, la posesión del balón ha de ser total y los pases y triangulaciones son continuas.  Holanda no fue campeona en este mundial ni  en el siguiente, pero suele recordarse como uno de los mejores equipos que pasaron por la competición sin ganarlo, como la Hungría de 1954 o la Brasil de 1982.  Su estilo de juego sería luego imitado y desarrollado por  el propio Cruyff como entrenador y por su pupilo Guardiola (estilo que tan poco gusta en Alemania).





+Portugal: nuestros vecinos peninsulares parece que tuvieron su última oportunidad de hacer algo grande en 2006, cuando, subcampeones de Europa 2 años antes, acabaron en 4º lugar en el Mundial de  Alemania, con ese buen equipo que mezclaba estrellas veteranas en la cumbre de su carrera (Figo, Pauleta, Nuno Gomes, Deco) con otras emergentes (Cristiano Ronaldo, Helder Postiga,  Tiago). Para Brasil 2014 no tiene mal equipo y Cristiano está imparable -si bien con la selección no parece  explotar del todo-, pero da un poco la impresión de que Portugal es el jugador del Madrid y 10 más, en el sentido de que es la estrella y está bastante sola; eso vale para  Oliver y Benji, pero no para un Mundial, a no ser que se sea Diego Armando Maradona en México ´86.
Pronóstico: como mucho, cuartos de final. 



El recientemente fallecido Eusébio (q.e.p.d)  marca de cabeza uno de los goles que eliminaron al  Brasil de "Pelé", en el Mundial de 1966, donde Portugal quedó en tercera posición,  su techo histórico. Nacido en Mozambique, "la Pantera Negra" era la estrella absoluta de su país y marcó 9 goles en  Inglaterra.  4 de ellos, a la  desconocida selección de Corea del Norte, la cual había llegado sorpresivamente hasta cuartos de final eliminando nada menos que a Italia  y que metió  3  goles a los portugueses en apenas 25 minutos. Probablemente de no ser por Eusébio, quien marcó esos 4  en media hora, Portugal no hubiera llegado a semifinales, donde caería frente a, cómo no, la anfitriona Inglaterra.





+España: en cuanto a la selección de mi país (me sigo negando a llamarla la Roja, y no es por cuestiones de política o ideología, si es que alguno lo piensa; me parece absurdo el abuso del nombrecito pues lo único que se quiere es no decir las palabras "España" o "nacional") , ¿qué puede decirse? Verdaderamente este sexenio es de absoluta gloria, con los triunfos consecutivos en la Eurocopa de Austria-Suiza (2008), el Mundial de Sudáfrica (2010) y la Eurocopa de Polonia-Ucrania (2012), proeza nunca realizada por otra selección europea. España, tras décadas de derrotas a las primeras de cambio,  mala suerte en los penaltis, perjuicios arbitrales, cantadas del portero,  etc, logró alejar en Viena  a  los fantasmas de siempre y volvió a ganar algo tras la Eurocopa del 64.  Enemigos tradicionales o cocos temidos desde siempre como Holanda, Italia, Francia  o Alemania eran por fin vencidos por los nuestros, increíblemente.  Ahora afronta un nuevo Mundial con un prestigio y unas responsabilidades nunca vistas (por primera vez acude como campeón del mundo).  Pero lo lógico, viendo el nivel de algunas selecciones y contemplando al propio equipo español, sería que este año... ya no. Los jugadores clave que han conseguido los tres títulos están ya en la treintena o más allá, como Casillas (33), Xavi (34),  Iniesta (30),  Villa (33),  Torres (30)  o Xabi Alonso (33) -y otros como Puyol (36)  ya se han retirado- y se encontrarían ante su canto de cisne; aunque hay otro grupo de jugadores vitales en los títulos algo más jóvenes,  como Silva (28), Ramos (28), Fábregas (27), Piqué (27) y Busquets (25), lo cierto es que las  jóvenes estrellas que han surgido parece que aún  no llegan al nivel de todos estos mayores.   Ni  ahora que es posible debe caerse en el triunfalismo fanfarrón (la prensa y la opinión pública ya daba  muestras de esto cuando España caía siempre en cuartos de final o antes, pero esa es otra historia), pero también es cierto que estos jugadores y otros han demostrado que se puede confiar en ellos. Un tercer o cuarto puesto sería un digno broche a esta generación irrepetible, pero no siempre es posible acabar merecidamente.
Pronóstico: por lo menos, entre los seis primeros.



El vizcaíno Telmo Zarra ("la mejor cabeza de Europa después de Churchill", como decían en la época por sus  poderosos testarazos) marcando  su mítico gol a Inglaterra en el Mundial de Brasil de 1950, donde España acabaría en cuarto lugar. La gesta tanto del gol  a un  gran rival, tanto a nivel  futbolístico como político (para la España de Franco,  y sólo cinco años después de la Segunda Guerra Mundial,  Inglaterra no era precisamente un país amigo) como del histórico puesto alcanzado  sería durante décadas considerada la mayor proeza de la selección española, dado el poco valor que se le concedió a la Eurocopa de  1964. Todo cambiaría en 2008. 





  Estas cábalas deben contar, como siempre, con la inesperada caída a las primeras de cambio de un grande (o dos; en 2010 fueron Francia e Italia, por ejemplo). En cuanto a las restantes selecciones, hay de todo, como es habitual. De México, equipo bastante habitual en los mundiales,  se sigue esperando que dé por fin ese salto y supere de una vez los cuartos de final. De las selecciones africanas (Ghana, Costa de Marfil...) un poco por el estilo, pues llevamos décadas con la cantinela de que ese continente dará la campanada algún año. Colombia y Chile parecen demasiado supeditadas a lo que hagan sus estrellas, aunque la selección chilena es más completa y al final se ausenta por lesión el colombiano Falcao. Bélgica tiene un equipo joven, atrevido e interesante como hacía mucho tiempo no se veía, la Rusia de Capello es una incógnita y a Estados Unidos (dirigida por Klinsmann) le sigue faltando un tanto para poder codearse de tú a tú con sudamericanos y europeos, así como a los asiáticos. Los siempre talentosos balcánicos, integrantes de la extinta  y  potente Yugoslavia,  están esta vez representados por Croacia y la debutante Bosnia.  El papel de comparsa, de cenicienta del torneo, quizá sea para Honduras, Irán o Camerún. 

  También debe considerarse algo habitual en la mayoría de los mundiales, y es la de que selecciones primerizas, poco punteras o venidas a menos  lleguen al cuadro de honor del campeonato.  Los subcampeonatos de la desaparecida Checoslovaquia (1934, 1962),  Hungría  (1938, 1954) y  Suecia (1958) quedan ya muy lejos,  pero hay casos más recientes como las dos finales de Holanda (en su momento, en 1974 y 1978),  el tercer puesto de Polonia en 1974  y  1982, el  4º de Bélgica en 1986, el  3º de Suecia y  el  4º de Bulgaria, ambos  en 1994,  y  las terceras posiciones de Croacia y Turquía en 1998 y 2002, respectivamente. Hazañas de este tipo han de ser tenidas en cuenta, siempre. (y omito intencionadamente la cuarta posición de Corea del Sur en 2002, por razones arbitrales de sobra conocidas...) 


 El fútbol  regala  en ocasiones  sorpresas agradables aunque no lleguen a ocultar las miserias humanas.  Las cruenta  y vergonzosa  guerra de los Balcanes que estalló a principios de los 90  desintegraría   la República Federal Socialista de Yugoslavia. De ella surgieron nuevos países, como Croacia, que  se había independizado en 1991;   un año después ya había afiliado  su federación de fútbol  a la FIFA y la UEFA, pero, como a la selección yugoslava, no se le permitió concurrir al Mundial de Estados Unidos ´94.  Posteriormente sí pudieron participar en la Eurocopa de 1996  llegando a cuartos de final  y finalmente, debutaron en un Mundial en Francia ´98.  El croata era un equipo  con un juego eléctrico y  vertical, donde destacaban, entre otros, la calidad de  Boban (número 10 en la fotografía) , y los goles de Suker (número 9), máximo anotador del torneo con 6.  La debutante Croacia  arrolló a Alemania (campeona de Europa) en cuartos de final  por 3-0, asombrando al mundo. Aunque en semifinales caería frente a Francia, luego derrotaría  a la potente Holanda de Bergkamp, alcanzando el tercer puesto. Toda una hazaña simbólica para un país muy joven que había padecido una guerra hasta 1995.


  
  Y nada más.  Que el fútbol hace mucho, pese a algunos momentos románticos,  pasó a ser un negocio lo demuestra una vez más el hecho de que un país como Qatar vaya a organizar un Mundial en el año 2022; con las temperaturas tan altas del verano arábigo  se está planteando la posibilidad de que se juegue en invierno (con todas las alteraciones que van a padecer  las ligas y competiciones de todo el mundo), con lo que algo está cambiando y no precisamente para bien, pues además hay acusaciones y sospechas de sobornos de por medio, y ya se habla de darle ese Mundial a países más fiables y convenientes como Australia o  a alguno del este de Asia. 

    Aún así,  ya tenemos otra Copa Mundial de fútbol, que seguramente nos dejará un puñado de buenos momentos, relumbrones de estrellas, heroicidades inesperadas y victorias de los de siempre. Pero también puede tener su reverso, puede haber un mal Mundial.

    De los que tenga memoria, desde el de 1994,  sin duda el peor que recuerdo  es el de Japón y Corea del Sur de 2002.  No sólo por la nefasta actuación del árbitro egipcio Al-Ghandour contra España y en favor de la anfitriona Corea, tejemanejes descarados que anteriormente también se habían producido contra Portugal e Italia, que empañaron el campeonato e hicieron de la selección surcoreana una de las anfitrionas más impopulares de la historia; también fue un Mundial sin mucha miga, pese a sorpresas agradables como Senegal o Turquía, pero  con selecciones clásicas fuera a las primeras de cambio, como la propia Italia, Francia o  Argentina,  con Brasil dándose un paseo hasta la final, pues pese a que no jugaba muy bonito, tenía  un equipo bien armado y una delantera temible (Ronaldo-Rivaldo-Ronaldinho), enfrentándose a una Alemania que poco podía oponer aparte de su gran portero Oliver Kahn y su delantero Klose (Ballack, su otra estrella,  no pudo jugar la final por sanción).  Además de todo ello, este Mundial se caracterizó por la poca asistencia de público a los estadios, unos estadios muy bonitos, sí, pero fríos y con muchos huecos; por muchas extravagancias que hicieron los asiáticos (que las hubo) no pudo llegarse al nivel de una afición europea o americana. Por ello el Mundial de Alemania de 2006 fue contemplado como una vuelta a las cosas bien hechas en varios aspectos.

  Por último, un dato aparentemente poco importante, pero sí es significativo: nunca una selección europea ha ganado un Mundial en continente americano. Ya sea por el clima (peculiaridades tropicales, el invierno austral, etc), por el empuje de sus aficiones o por simple casualidad, lo cierto es que en América siempre han triunfado los americanos, y eso que han llegado a la final en 5 ocasiones.  Las selecciones americanas tampoco se prodigan en Europa, sólo una vez,  pues  han ganado todos sus mundiales en su continente, excepto el primer título de Brasil (1958), en Suecia, ya que  el quinto Mundial de la canarinha  fue en Asia.

  A ver qué ocurre este mes...

4.6.14

Descubriendo a "Madame Bovary"





        En la vida nunca se deja de aprender, de descubrir algo nuevo, aunque sea  mucho más antiguo que tú.  Algo aplicable a la literatura, desde luego. 

        Suelo declarar que soy un amante de los clásicos de la literatura de todos los tiempos  (y particularmente de Europa y Estados Unidos, y más particularmente del siglo XIX, como he dicho en otras ocasiones) y normalmente prefiero su lectura a la de libros escritos en nuestros tiempos. O, por lo menos, quiero convencerme de que, antes de leer obras actuales tengo que empaparme bien de los grandes y pequeños clásicos de famosos escritores de la historia de las letras, pues la literatura actual no se entiende sin todos ellos. 

       Aunque, sí, me las doy de clásico cuando aún tengo importantes obras inéditas, algo imperdonable para mí, ya sea por una cosa o por otra. No siempre hay tiempo, ganas o simplemente a veces no es el momento de ponerse a leer un clásico, cuando además hay algunos que requieren bastante dedicación por su densidad. Me refiero, por ejemplo, a  "Los miserables":  1.400 páginas de Victor Hugo pueden ser demasiadas si no se está preparado y advertido, especialmente con libros en medio de la (ya de por sí magra)  trama como "Paréntesis: I- El convento como idea abstracta; II- El convento como hecho histórico; III-  La oración; IV- La fe, la ley; V- El convento bajo el punto de vista de los principios"..., etc  y otros en los que Hugo expone su visión de la historia de Francia.

       Volviendo a los clásicos sin leer, hace pocos días saldé una cuenta que tenía pendiente, a mis 28 años,  con Gustave Flaubert y su Madame Bovary, libro que tengo desde hace cuatro años pero hasta ahora, ya fuera por determinadas o indefinidas circunstancias, no me había leído, una herejía para alguien que se imposta esa condición de "amante de los clásicos".

      ¿Y qué puedo decir yo de Madame Bovary? No voy a descubrir América ahora pretendiendo pontificar cual experto (ni lo soy ni lo pretendo)  sobre una de las obras clave de la narrativa occidental desde su publicación en 1857.  Sus características,  innovaciones, alcance y trascendencia son de sobra conocidas por literatos, catedráticos y profesores de literatura y bibliófilos en general, así que me limitaré a comentar las impresiones que me ha causado mientras resumo el libro, por lo que si algún amable lector (o lectora) de estas líneas no conoce la novela y no es de esas personas a las que le da igual que le desvelen la trama, no siga. Si no le importa, adelante.

      No es un libro particularmente extenso (la edición que tengo de la editorial Cátedra tiene 433 páginas) pero verdaderamente lo he devorado como sólo he hecho con ciertos libros; en apenas tres días, totalmente cautivado por la  extraordinaria forma de escribir de Flaubert, pues cada párrafo es una pequeña y cuidada obra de arte, lo culminé. Y es uno de esos libros que me apetece volver a leer en cuanto se acaban. La verdad, no alcanzo a entender la opinión de algunas amistades que me habían advertido sobre lo insulso de esta novela. 


  Gustave Flaubert (Rouen, 12 de diciembre de 1821- Croisset, 8 de mayo de 1880)


       La trama es sencilla: en la Normandía de 1840-1850, la bella e idealista Emma se casa con un bobo y  bonachón  médico rural y , ante la insipidez de su vida matrimonial, aburrida en el pueblo donde vive e impulsada  por sus lecturas y ambiciones, se lanza al adulterio primero con un hombre de su generación y luego con otro más joven. Ambos la utilizarán y despreciarán luego y se irá arruinando además. Charles, su marido, apenas se entera de nada, sucediéndose más tarde un acelerado y trágico final...

      Flaubert va cambiando sucesivamente de narrador y de perspectiva y observa a sus personajes según son, objetivamente, sin juzgarlos; en determinados momentos adopta el punto de vista de tal o cual protagonista. Por tanto, deja que sea el lector quien piense, si quiere. 

     Primeramente nos cuenta la historia de Charles Bovary, quien desde pequeño se halla apoyado pero dominado por su madre, pues el padre es un militar extravagante con unas peculiares ideas para educar al niño, según él,  "a la espartana", como dejarlo corretear desnudo,  hacerle pasar frío en la cama, darle a beber ron o enseñarle a burlarse de las procesiones (el anticlericalismo de algunos personajes y los pasajes sacrílegos es otro de los temas del libro, polémico en su momento). 

     Estudiante en Rouen y tras una juventud algo disoluta Bovary consigue, con ciertas dificultades, aprobar el examen de "oficial de sanidad" (en el siglo XIX, médicos que no tenían el título de doctor en medicina pero podían ejercerla aunque sin hacer operaciones quirúrgicas importantes,  especialmente en el medio rural), encaminando un poco su vida, gracias a la madre. 
Y también su madre le casaría, pues le busca un matrimonio ventajoso con la viuda Héloïse Dubuc, fea y mucho mayor que él, pero rica, trasladándose a la villa de Tostes y viviendo de forma monótona.

    Sin embargo, cuando ha de ir a un pueblo cercano por deber profesional y conoce a la hija de su paciente, todo cambia; el flechazo con Emma Rouault es casi instantáneo y mutuo, aunque hasta que no fallece (por sorpresa) su mujer el bueno de Charles no hará nada. 

    Así se forma el matrimonio Bovary en lo que parece, al principio, una plácida novelita de ambiente provinciano. Pero Emma, deslumbrada al principio por el soplo de aire fresco que le supuso Charles, pronto se da cuenta de que se ha casado con un hombre plano y simple, con una "conversación insulsa como una acera de calle, y las ideas de todo el mundo desfilaban por ella en su traje ordinario, sin causar emoción, risa o ensueño" (Parte I, VII) 

    Aficionada a lecturas románticas y fantasiosas, comienza a tener ensoñaciones con París, la vida parisina  de bailes, casinos,  ópera y galantería y la vida alternativa que podría,  o debería tener. Se suscribe a revistas y semanarios de la capital y se compra un plano de la metrópoli, recorriendo con el dedo las calles más famosas. Lo más parecido a una ciudad que tiene cerca es Rouen, y  la monotonía de su existencia sólo se ve alterada, además de por las lecturas, por alguna fiesta donde deja llevar su imaginación y donde  vemos sutilmente tanto el carácter del bonachón Charles como el de la coqueta y soberbia protagonista:

      "Emma se acicaló con la conciencia meticulosa de una actriz debutante. Se arregló el pelo, según las recomendaciones del peluquero, y se enfundó en su vestido de barège, extendido sobre la cama.                
     A Charles le apretaba el pantalón en el vientre.
 ‑Las trabillas me van a molestar para bailar ‑dijo.
 ‑¿Bailar? ‑replicó Emma.
 ‑¡Sí! 
‑¡Pero has perdido la cabeza!, se burlarían de ti, quédate en tu sitio. Además, es más propio para un médico ‑añadió ella. 
     Charles se calló. Se paseaba por toda la habitación esperando que Emma terminase de vestirse. 
 (...) 
    Charles fue a besarle en el hombro.
- ¡Déjame!- le dijo ella- me arrugas el vestido. 
    Se oyó el ritornelo de un violín y los sonidos de una trompa. Ella bajó la escalera, conteniéndose para no correr".   ( I, VIII)

     En el baile Emma tiene un leve coqueteo con un supuesto "vizconde", típico personaje de la Francia de la Restauración,   un experto valseador, cuyo recuerdo de él y de la fiesta será una razón para ilusionarse durante semanas. Charles empieza a parecerle un pobre hombre digno de lástima, pues su profesión oscila entre la rutina y la mediocridad  (al no ser un médico propiamente dicho y por tanto humillado por otros doctores aunque apreciado por los campesinos por su bonhomía),  pero al que a la vez desprecia, pues se siente sola,  abandonada y hasta cierto punto incomprendida. Su mayor confidente es una perrita galga, con lo que queda todo dicho. Los bajos estados de ánimo, depresivos, son constantes y Flaubert recrea con minuciosidad y viveza el pensamiento y los monólogos interiores de Emma, quien a pesar de todo aún no ha perdido la esperanza:


         "En el fondo de su alma, sin embargo, esperaba un acontecimiento. Como los náufragos, paseaba sobre la soledad de su vida sus ojos desesperados, buscando a lo lejos alguna vela blanca en las brumas del horizonte. No sabía cuál sería su suerte, el viento que la llevaría hasta ella, hacia qué orilla la conduciría, si sería chalupa o buque de tres puentes, cargado de angustias o lleno de felicidades hasta los topes. Pero cada mañana, al despertar, lo esperaba para aquel día, y escuchaba todos los ruidos, se levantaba sobresaltada, se extrañaba que no viniera; después, al ponerse el sol, más triste cada vez, deseaba estar ya en el día siguiente". (I, IX)


      Así, la desdichada se debilita y  cae enferma y su fiel marido piensa que quizá sea por vivir en esa zona, por lo que piensa en un cambio de aires. La monotonía vuelve a romperse cuando Emma queda encinta, aunque la verdadera buena noticia es cuando Charles consigue el traslado a un pueblo grande (este ficticio), Yonville l´Abbaye. Tampoco es nada del otro mundo, pues apenas cuenta con el ayuntamiento, el mercado, una posada y una farmacia, y  la influencia del carácter de la región y el ambiente rural es notorio.  Pero, al menos, el círculo de amistades se abre y ahora es cuando conocemos a Homais, otro de los personajes principales de la novela, el astuto farmacéutico, hombre de ciencia y  anticlerical convencido, cuyas transgresoras conversaciones con el cura y otros vecinos suponen unas notas de humor y reflexión.

      También aparece por vez primera Léon Dupuis, joven pasante de notario, quien se aburre como una ostra en Yonville y conectará instantáneamente con Emma pues comparten gustos e inquietudes, iniciando una amistad que posteriormente se desvelará como algo más fuerte. 

      Flaubert me ha parecido maestro no sólo introduciéndose en la mente de cada personaje, mostrándonos su punto de vista y no el suyo como autor, planteando esos monólogos, parlamentos y disyuntivas; también me ha encantado cómo describe elegantemente pero con lujo de detalles el paisaje rural, las casas y el ambiente del pueblo y la región, pues casi parece palparse el olor  a mantequilla, a cereal, a lluvia y a licor. 

      El nacimiento de su hija Berthe poco cambio supondrá, pues Emma apenas le prestará atención, continuando con sus ensoñaciones de alta burguesía y entregada a las lecturas y al cada vez más cercano contacto con Léon, adentrándose en una bonita y cercana amistad pero gestándose una tempestad: 

        "Emma por su parte nunca se preguntó si lo amaba. El amor, creía ella, debía llegar de pronto, con grandes destellos y fulguraciones, celeste  huracán que cae sobre la vida, la trastorna, arranca las voluntades como si fueran hojas y arrastra hacia el abismo el corazón entero. No sabía que, en la terraza de las casas, la lluvia hace lagos cuando los canales están obstruidos y hubiese seguido tranquila de no haber descubierto de repente una grieta en la pared". (II, IV)

      La tensión sexual entre Léon y Emma es cada vez más evidente, ambos se atraen, y cuando parece que este amor imposible va a producirse y ciertos vecinos perciben algo, el joven se marcha a Rouen a continuar sus estudios, un buen pretexto para escapar del escándalo en ciernes.
Sola de nuevo, nuestra protagonista pena de nuevo, manteniendo el ardiente recuerdo  de Léon que poco a poco se va desvaneciendo; mientras, intenta animar su vida con mil aficiones y ocupaciones, como leer literatura varia,  aprender italiano , comprarse un reclinatorio gótico, caros vestidos para estar por casa y  otras extravagancias propensas a habladurías.
Todo esto desvela la falta de rumbo y de objetivos vitales de Emma; tampoco muestra cariño hacia su hija y su marido, aunque es cierto que Charles apenas la conoce y no se da cuenta de nada, mientras que con la madre de su marido tiene frecuentes roces. 

     Con todo este panorama, aparece Rodolphe Boulanger de la Huchette, un terrateniente de la comarca, fanfarrón seductor con experiencia en amoríos. Ve claramente a Emma como una posible muesca más en su dilatado historial, así que, zalamero, consigue embaucarla poco a poco. 

     Tras el lógico coqueteo y una magnífica  y tensa escena donde Flaubert interpola un pleno del ayuntamiento con la conversación  entre Emma y Rodolphe, agarrados de la mano, la mujer de Bovary se entrega poco después, por fin. 

     Con el terrateniente da rienda suelta, no sólo a la pasión y a la lujuria, también al amor y a las confidencias en el bosque. Aprovechando las salidas de trabajo de Charles, Emma visitará asiduamente la casa de Rodolphe y de nuevo es feliz. 

     Un nuevo fracaso de su marido como médico, le lleva a estallar. En este soberbio pasaje es imposible no compadecerse del pobre Charles y a la vez comprender a la irresistible Emma: 

"Entonces Charles, presa de una súbita ternura y de desaliento, se volvió hacia su mujer diciéndole:
- ¡Abrázame, cariño!
-¡Déjame! - dijo ella, toda roja de cólera.
- ¿Qué tienes? ¿Qué tienes?-  repetía él estupefacto-.  ¡Cálmate! ¡Bien sabes que te quiero!..., ¡ven!
-¡Basta! - exclamó ella con aire terrible.
        Y escapando de la sala, Emma cerró la puerta con tanta fuerza, que el barómetro saltó de la pared y se aplastó en el suelo.
       Charles se derrumbó en su sillón, descompuesto, preguntándose lo que le pasaba a su mujer, imaginando una enfermedad nerviosa, llorando y sintiendo vagamente circular alrededor de él algo funesto a incomprensible.
      Cuando de noche Rodolphe llegó al jardín, encontró a su amante que le esperaba al pie de la escalera, en el primer escalón. Se abrazaron y todo su rencor se derritió como la nieve bajo el calor de aquel beso". (II, XI)


       Es una de las etapas donde Madame Bovary está más entregada a la pasión adúltera, con los habituales encuentros nocturnos y diurnos con Rodolphe, en ocasiones amándose al aire libre. Emma parece ser medianamente feliz (más o menos la felicidad que pudiera tener una mujer así) y cada vez se va ilusionando  y queriendo dominar más la situación, para hastío del astuto galán:  

 "Además, Emma tenía ideas extravagantes.
       -Cuando den las doce de la noche-  decía ella-,  pensarás en mí. 
Y si él confesaba que no había pensado, había una serie de reproches, que terminaban   siempre por la eterna pregunta.
           - ¿Me quieres?
 -¡Claro que sí, te quiero!-  le respondía él.
 -¿Mucho?
 -¡Desde luego!
 - ¿No has tenido otros amores, eh?
 -¿Crees que me has cogido virgen? - exclamaba él , riendo.
Emma lloraba, y él se esforzaba por consolarla adornando con retruécanos sus protestas amorosas. 
-¡Oh!, ¡es que te quiero!  -replicaba ella- , te quiero tanto que no puedo pasar sin ti, ¿lo sabes bien? A veces tengo ganas de volver a verte y todas las cóleras del amor me desgarran. Me pregunto: ¿Dónde está? ¿Acaso está hablando con otras mujeres? Ellas le sonríen, él se acerca. ¡Oh, no!, ¿verdad que ninguna te gusta? Las hay más bonitas; ¡pero yo sé amar mejor! ¡Soy tu esclava y tu concubina! ¡Tú eres mi rey, mi ídolo! ¡Eres bueno! ¡Eres guapo! ¡Eres inteligente! ¡Eres fuerte!". (II, XII)

Rodolphe, al cerciorarse de que Emma empieza a comportarse como el resto de sus conquistas, comienza a hartarse  y a actuar con la monotonía de la pasión del día a día. Aún así, planearán juntos una huida, pensando incluso en llevarse con ellos a Berthe, pero a la hora de la verdad, Rodolphe, decidido como desde el principio a utilizar a su amante, se marcha por sorpresa dejándole una carta con endebles explicaciones.  

El abandono del amante sume a Emma en una nueva profunda crisis, de la que Charles apenas se da cuenta o le atribuye causas físicas más que del alma. Además, las deudas comienzan a aflorar.

Con todo, cuando Emma se recupera un tanto, su marido hace por llevarla a la ópera de Rouen, donde se encuentran con Léon.  Madame Bovary descubre que, pese a todo, no lo había olvidado. Pronto hablan a solas (a instancias de Charles, ojo) viéndose en la ciudad de Rouen y Léon, sin otro objetivo que poseerla, se declara, por fin, aunque la protagonista intenta mantener la cabeza ("Soy demasiado vieja, usted demasiado joven...¡olvídeme!").  La atracción entre ambos es patente, aunque Emma intenta mantenerse en su sitio hasta el final, como cuenta Flaubert de forma maravillosa:
  
"Ella pareció reflexionar, y en un tono breve:
-Mañana, a las once en la catedral.
 -¡Allí estaré!-  exclamó cogiéndole las manos que ella retiró.
Y como ambos estaban de pie, él situado detrás de ella, se inclinó hacia su cuello y la besó largamente en la nuca.
 - ¡Pero usted está loco!, ¡ah!, ¡usted está loco! - decía ella con pequeñas risas sonoras, mientras que los besos se multiplicaban.
Entonces, adelantando la cabeza por encima de su hombro, él pareció buscar el consentimiento de sus ojos. Cayeron sobre él, llenos de una majestad glacial.
León dio tres pasos atrás para salir. Se quedó en el umbral. Después musitó con una voz temblorosa:
 -Hasta mañana."   (III, I)


Pese a sus resistencias iniciales, Emma se deja hacer por él subiendo a su coche y cerrando las cortinas, usando éste un argumento que a ella le parece irresistible ("¡Esto se hace en París!") y a partir de entonces se producen los constantes viajes de la Bovary a la casa de Léon, usando como pretexto unas clases de piano a las que nunca irá; Charles, como siempre, ni se dará cuenta de nada ni intentará averiguar algo, pues confía ciegamente en su mujer.

Con Dupuis vivirá una auténtica "luna de miel", alejados de Yonville y de las miradas y comentarios, aunque, al no salir de Normandía, siempre contarán con la posibilidad de que algún amigo o familiar les descubra. Emma, pese a disfrutar de los encuentros y paseos con Léon,  se sabe adúltera y por ello parece tener ciertos remordimientos, y, a la vez, comienza a tornarse menos idealista y más melancólica por las experiencias pasadas,  como denota al decirle al pasante:

"-Ah, tú me dejarás...te cansarás..., serás como los otros.
   Él preguntaba: 
-¿Qué otros? 
-Pues los hombres, en fin- respondía ella.  
  Después añadía rechazándole con un gesto lánguido:
-Sois todos unos infames". (III, IV)


Con todo, ambos están enamorados, aunque Emma más de Léon, y aunque ella disfruta del sexo junto a él, el principio del fin viene cuando se empieza a dar cuenta de que el atractivo, el éxtasis de la pasión adúltera se está yendo y está mutando en rutina, casi como un matrimonio. Y Léon, pese a considerarse superior a la desdichada en el sentido de creer controlar  la situación, en el fondo sabe que Emma es mucha mujer para él:

 "Llegaron a hablar más frecuentemente de cosas indiferentes a su amor; y en las cartas que Emma le enviaba hablaba de flores, de versos, de la luna y de las estrellas, recursos ingenuos de una pasión debilitada que intentaba avivarse con todas las ayudas exteriores. Ella se prometía continuamente, para su próximo viaje, una felicidad profunda; después confesaba no sentir nada extraordinario. Esta decepción se borraba rápidamente bajo una esperanza nueva, y Emma volvía más entusiasmada, más ávida. Se desvestía brutalmente arrancando la cinta delgada de su corsé, que silbaba alrededor de sus caderas como una culebra que se escurre. Iba de puntillas, descalza a mirar otra vez si la puerta estaba cerrada, después con un solo gesto dejaba caer juntos todos sus vestidos; y pálida, sin hablar, seria, se dejaba caer contra el pecho de su amante con un prolongado estremecimiento.
  Sin embargo, había en su frente cubierta de gotas de sudor frío, en sus labios balbucientes, en sus pupilas extraviadas, en sus abrazos, algo extremado, vago y lúgubre, que a Léon le parecía deslizarse entre los dos sutilmente, como para separarlos.
  Léon no se atrevía a hacerle preguntas, pero al verla tan experimentada, pensaba que ella había tenido que pasar todas las pruebas del sufrimiento y del placer. Lo que antes le encantaba ahora le asustaba un poco. Además, él se sublevaba contra la absorción, cada vez mayor, de su personalidad. Estaba resentido contra Emma por esta victoria permanente. Incluso se esforzaba por no quererla; después, al oír el crujido de sus botines, se sentía cobarde, como los borrachos a la vista de los licores fuertes. (III, VI)


Emma sigue endeudándose más y más, y le debe una buena cantidad de dinero al comerciante Lheureux, quien le acecha constantemente. Sigue además mintiendo y ocultándole detalles a Charles, apenas inquieto.  Como Léon se desentiende, la situación alcanza cotas de desesperación, por lo que Emma acude al señor Guillaumin, notario y vecino respetable de Yonville; pero éste se insinúa descaradamente a cambio y ella huye horrorizada. Ahora es tiempo de buscar ayuda en el resto de personalidades del pueblo, causando las murmuraciones del mismo, pero la urgencia lleva a Madame Bovary al punto de acercarse a Rodolphe, tres años después de su huida, para pedirle el dinero, pero cuando éste lógicamente se niega, ella estalla por lo que cree una total injusticia, sabiéndose utilizada hasta más no poder:


          "Pero yo te lo habría dado todo, habría vendido todo, habría trabajado con mis manos, habría mendigado por las carreteras, por una sonrisa, por una mirada, por oírte decir: «¡Gracias!» ¿Y tú te quedas ahí tranquilamente en tu sillón, como si no me hubieras hecho ya sufrir bastante? ¡Sin ti, entérate bien, habría podido vivir feliz! ¿Quién te obligaba? ¿Era una apuesta? Sin embargo, me querías, lo decías... Y todavía, hace un momento... ¡Ah!, ¡hubieras hecho mejor despidiéndome! Tengo las manos calientes de tus besos, y ahí está sobre la alfombra el sitio donde me jurabas de rodillas un amor eterno. Me lo hiciste creer: ¡durante dos años me has arrastrado en el sueño más magnífico y más dulce!... Y mientras, proyectos de viaje, ¿te acuerdas? ¡Oh!, ¡tu carta, tu carta, me desgarró el corazón!... ¡Y después, cuando vuelvo a él, a él, que es rico, feliz, libre, para implorar una ayuda que prestaría el primero que llegara, suplicándole y ofreciéndole toda mi ternura, me rechaza, porque le costaría tres mil francos!" (III, VIII)


Desencantada, derrotada, al límite de sus fuerzas y a punto de perder la cabeza, por no decir totalmente,  Emma roba arsénico de la farmacia de Homais y lo ingiere. Para horror de Charles y el resto de vecinos, comienza su larga y dolorosa agonía. Postrada en cama y rodeada por su hija y por los que la quisieron y también la criticaron, la desgraciada mujer del médico rural deja este mundo, entre fuertes convulsiones y risas de locura. 

La muerte de la protagonista no acaba aún con la novela ni con su influjo, pues luego asistimos a la vida que le queda a Charles y a su hija Berthe; sufren el embargo de casi todos sus bienes y han de vivir muy modestamente.  Durante algún tiempo el médico seguirá recordando a su difunta mujer, pero, poco a poco, la irá olvidando, mientras a la vez los vecinos van dejando de lado a padre e hija. Y Léon, por ejemplo, se casa.  Un día, Charles descubre una carta de Rodolphe a Emma, y apenas le da importancia, pero en otra ocasión topa con todas las misivas escondidas entre ella y Léon Dupuis; por fin se da cuenta de todo y  eso sí supone la estocada definitiva. 

Descuidado y sucio, recluido en su casa, convertido en un ermitaño de larga barba lleno de amargura, abandonado de todo y de todos, aún así sigue siendo Charles hasta el final, cuando se encuentra con Rodolphe y, pese a todo, perdona a su difunta esposa poco antes de morir, en los magníficos y tremendos últimos párrafos de la novela:

 "El otro continuaba hablando de cultivos, ganado, abonos, tapando con frases banales todos los intersticios por donde pudiera deslizarse alguna alusión. Charles no le escuchaba; Rodolphe se daba cuenta, y seguía en la movilidad de su cara el paso de los recuerdos. Aquel rostro se iba enrojeciendo poco a poco, las aletas de la nariz latían de prisa, los labios temblaban; hubo incluso un instante en que Charles, lleno de un furor sombrío, clavó sus ojos en Rodolphe,  quien, en una especie de espanto, se quedó callado. Pero pronto reapareció en su cara el mismo cansancio fúnebre.
- No le guardo rencor-  dijo.
Rodolphe se había quedado mudo. Y Charles, sujetando la cabeza con sus dos manos, replicó con una voz apagada y con el acento resignado de los dolores infinitos:
-No le guardo rencor. 
Incluso añadió una gran frase, la única que jamás había dicho:
- ¡Es culpa de la fatalidad!
Rodolphe, que había sido el agente de aquella fatalidad, reconoció un buenazo en aquel hombre en tal situación, incluso cómico y un poco vil.
Al día siguiente, Charles fue a sentarse en el banco, en el cenador. A través del emparrado se filtraban unos rayos de sol, las hojas de viña dibujaban sus sombras sobre la arena, el jazmín perfumaba el aire, el cielo estaba azul, zumbaban las cantáridas alrededor de los lirios en flor, y Charles se ahogaba como un adolescente bajo los vagos efluvios amorosos que llenaban su corazón apenado.
A las siete, la pequeña Berthe, que no lo había visto en toda la tarde, fue a buscarlo para cenar.
Tenía la cabeza vuelta hacia la pared, los ojos cerrados, la boca abierta, y sostenía en sus manos un largo mechón de cabellos negros.
 -¡Papá, ven!-  le dijo la niña.
Y creyendo que quería jugar, lo empujó suavemente. Cayó al suelo. Estaba muerto. (III, XI)


 Muerto de pena y dolor. Flaubert termina el libro relatando que la pequeña Berthe se traslada con su abuela paterna, pero como ésta muere al poco tiempo, acaba viviendo con una tía suya, comenzando a trabajar hilando algodón,  tan niña como era. Tal es el desgraciado final de los Bovary.

 Retrato sutil e implacable de un tiempo y una sociedad, obra naturalista, trágica, realista, fatalista, antirromántica,  bellísima, triste,  me ha cautivado como pocas, y una de las razones puede ser sus similitudes con La Regenta, novela que tanto debe a Madame Bovary -de hecho acusaron a "Clarín" de plagio- y uno de mis libros favoritos.
 
Pese al más de siglo y medio transcurrido, la historia de Madame Bovary sigue siendo plenamente actual, pues no es ni será la única mujer que no se resigna a su monótona existencia y quiera disfrutar de la vida como hacen los hombres. De hecho algunos han querido ver en Flaubert y su Emma Bovary un alegato del feminismo.  Sí, es verdad que, al contrario que en el tiempo de la novela,  hace décadas las mujeres trabajan y son bastante independientes respecto de ellos, pero en cuanto a la mujer como objeto, como trofeo, la idea está clara. 
Además, muchas mujeres son como Emma, en el sentido de que, teniendo la estabilidad con  un hombre bueno pero plano, se lanzan a la aventura  o, digamos,  suelen interesarse por el fanfarrón,  al que se le ve de lejos pero aún así se prestan, porque la maldad atrae, para qué negarlo.  Como también atrae la ambición y la altura de miras que puedan ver en otro hombre que no sea el suyo. Conformarse o no, esa es la cuestión. 
 Y, desde luego, la mayoría de hombres somos como Rodolphe o Léon al ver a ciertas mujeres como objetivos, como una más.  Por otra parte, otro porcentaje importante somos   como Charles, respecto, en primer lugar, a tener dificultad para comprender a la mujer que está  a su lado y hacerle realmente compañía, y en segundo lugar, a consentir todos los desplantes, malos gestos y falta de amor de esa mujer hacia él,  y no sólo consentir, también perdonar las infidelidades,  pues está enamorado ; y enamorarse de una mujer fatal, sea o no frágil e inestable,  es de lo más destructivo del mundo. Huelga decir que me he identificado con Charles en ciertos aspectos. 

No sé si llego al estado de Mario Vargas Llosa, quien dijo cuando se leyó el libro que desde entonces hasta la muerte viviría enamorado de Madame Bovary, pero sí es verdad que me ha llegado al corazón  la hermosa, soñadora, valiente,  terrible, desdichada y fatal Emma.

Así que, por favor,  sigamos leyendo y releyendo a Flaubert, pues sigue estando vivo en nuestros días.  Y a su Madame Bovary.