8.7.11

Igueriben



Formamos parte de un país avergonzado de sus victorias y gestas heroicas y/o trágicas, por lo cual no resulta fácil conocer tales acontecimientos. La mayoría de estos hechos permanecen en el olvido y el ostracismo y sólo son recordados por una minoría, a veces reprendida y seguidamente tildada de reaccionaria o facha. A mí mismo me ha resultado difícil conocer la historia que voy a relatar a continuación (coincidiendo con su aniversario, ya que ocurrió en junio-julio) , una de tantas historias desgraciadas que jalonan el archivo de putadas a españoles.

¿Qué se puede decir de la Guerra de Marruecos? Aquel conflicto a donde España se hubo de meter, prácticamente por fuerza patética, a recoger las migajas del reparto colonial de África por parte de Europa, cuando ingleses, franceses, alemanes y otros se merendaron el continente. Estamos a principios del siglo XX, en plena Paz Armada y cuando España acaba de perder los últimos vestigios de su Imperio de las Indias. A nuestro país le toca la zona marroquí de El Rif,fronteriza con Ceuta y Melilla, al norte de la zona de influencia francesa, un territorio montañoso, aislado y hostil (hasta para el propio rey de Marruecos, con mucho menos poder que actualmente) plagado de tribus pastoriles bereberes acaudilladas por Abd-El Krim. El conflicto estalla enseguida y se extiende desde 1911 a 1927, cuando el general Primo de Rivera, en operación conjunta con los franceses, pacifica el Protectorado.

Bien es cierto que España no estaba preparada para esa guerra. Que muchos soldados iban a Marruecos engañados, o por la fuerza al no poder pagarse la cantidad establecida para evadirse, por lo que cruzaban el Estrecho los más humildes. Que hasta en el cielo de la boca le dieron a nuestros soldados las cábilas de moros contrarios al Protectorado, armados con escopetas y palos, como también es verdad que los pastores conocían perfectamente sus montañas, que el territorio era difícil y desconocido para los soldados, que el ejército español iba pobremente pertrechado y con demasiada abundancia de oficiales, y mal dirigido para más inri, y que la Guerra de Marruecos (amenazas a Ceuta y Melilla aparte) no fue otra cosa que un frustrado intento por dar lustre a la decadente monarquía de Alfonso XIII, preludio de la II República. Al narigudo Borbón le saldría por la culata la jugada, y el rey perdió la mayor parte del apoyo del pueblo por su insistencia en el Rif y su papel en el Desastre de Annual (más de 10.000 muertos en menos de quince días).

Por otra parte, sean más patéticas o cutres nuestras batallitas de los últimos 120 años, no deja de ser triste que, gracias a la literatura y al cine -especialmente a éste- conozcamos al dedillo las heroicas hazañas de ingleses contra franceses, contra nativos americanos y en la India o en África (ya sabéis, afectados casacas rojas tomando té mientras masacran a zulús o sijs) , las de franceses contra todo Cristo en la época napoléonica, o las de norteamericanos en la II Guerra Mundial, o incluso de griegos o rusos en otras épocas, por decir unos pocos ejemplos. España (nunca me cansaré de repetirlo), con su historia de más de 2.000 años, cuenta con innumerables proezas y hazañas en muy variadas épocas, siendo tremendamente injusto que, por ejemplo, las merendolas a puro huevo de todo un continente como América o de media Europa, o el buen número de victorias navales contra ingleses y franceses en el siglo XVIII, o auténticas batallas colosales como Las Navas de Tolosa no merezcan una triste novela o una peliculita, o por lo menos una serie. Quizá tenga algo que ver que saliésemos del top desde 1665 o 1700, pese a que aguantásemos como Imperio hasta 1830 o 1898. O por nuestro crónico complejo de inferioridad. O tal vez porque nuestras cabezas pensantes gozan más recreándose con el camelo de las Tres Culturas, con la expulsión de los judíos, la pérdida de Granada, la Inquisición, la Confederación Catalano-Aragonesa o la II República.

Igueriben bien podría ser una especie de Termópilas a la ibérica (o a la moruna). Es el nombre de una especie de monte pelado, cerca de Annual y de la costa de Alhucemas, no muy lejos de Melilla. Los sufrimientos allí padecidos fueron el terrible preludio del anteriormente citado Desastre de Annual.
El promontorio rocoso fue ocupado por las tropas españolas el 7 de junio de 1921. Estando el grueso del ejército en Annual, dispersos por el Rif se hallaban toda una serie de blocaos dispuestos en las elevaciones del terreno. Igueriben constaba de unos 350 hombres metidos en una especie de fortín patéticamente defendido, una suerte de montón de sacos de tierra y una frágil alambrada como única defensa frente a los sitiadores. Ubicado el fuerte en esta zona plagada de colinas y cortados, el suministro de agua dependía de una aguada (ir con la mula y los cubos u odres) a más de 4 km, y eso si el pozo no estaba seco ya o el río era rambla. Tal movimiento temerario se debe a la anticuada guerra de posiciones practicada por los generales españoles y a las propias deficiencias del ejército.

Al poco de establecerse en Igueriben, comenzaron los ataques de las cábilas de Abd- El Krim, antiguo funcionario de la administración española, quien estaba unificando a toda una serie de tribus de la zona, incluidos pueblos supuestamente aliados de España, contra el invasor. Su número era muy superior al insignificante contingente español, por más que los bereberes fueran únicamente armados con rifles y lanzas, junto con algunos cañoñes tomados en días pretéritos. Las cifras oscilan, pero su número al comienzo del ataque era de 3.000. y fue incrementándose (en Annual eran ya más de 15.000).

Día a día, el hostigamiento era constante. El mero hecho de salir a por agua era un suplicio, ya que había que descender del promontorio y alcanzar el río por una serie de pendientes y barrancos, fácilmente controlados por los rifeños. A todo esto, ataques repelidos prácticamente cada hora, con la única defensa de tres o cuatro ametralladoras de posición, del saco de arena y sin médico titulado, encima. ¿El panorama? Hambre, sed, piojos, calor y el cadáver del compañero al lado, ya que, al ser una roca pura y dura, no era posible el enterramiento. La situación se iba haciendo desesperada, y los hombres de Igueriben, liderados por el comandante Benítez, aguantaban esperando en vano la ayuda desde Annual.

Pero lo peor estaba por llegar. Aunque los últimos días de junio fueron de calma absoluta, el 2 de julio se reanudan los ataques y ya resulta imposible realizar la aguada. Los refuerzos que no llegan y el aumento del hostigamiento de las cábilas. Un día tras otro. 5, 7, 9, 11, 12....repeliendo ataques, padeciendo bajas y más bajas. Y sin poder salir del miserable fortín. Necesitados de pertrechos nuevos, municiones y víveres, la desmoralización es notoria entre los defensores. Es a partir del día 14 cuando Abd-El Krim decide realizar el ataque total, asediando Igueriben. La suerte está totalmente echada, y el día 17 se acaba la última gota de agua. La primera solución fue aplastar patatas y chuparlas, cuando se acabaron se recurrió al líquido de las latas de tomate, y a la desesperada, por último al agua de colonia, la tinta, el masticar arenilla (por si producía saliva) y al final: la propia orina endulzada (si se puede denominar así) con azúcar. No es fácil imaginarse el panorama de estos imposibles días, desde luego. Pero siguieron adelante. Increíble.

El día 21, por fin, se intentó socorrer Igueriben desde Annual con una columna de cerca de 3.000 hombres, operación fracasada, cómo no, al caerles encima los rifeños. Por la tarde estaba ya todo dispuesto. Los escasos hombres que quedaban se repartieron las últimas municiones e inutilizaron el fortín, preparándose para huir de aquel infierno pedregoso. La mañana del 22 se procedió a la misma, siendo prácticamente exterminados nada más salir los últimos defensores. Sólo sobrevivieron un oficial y once soldados. De un total de 354.
Se le concedieron, a título póstumo, la Cruz Laureada de San Fernando al comandante Benítez y al capitán Orduña. A buenas horas, como siempre.
El oficial, el teniente Luis Casado, superviviente de tantos penosos avatares en Marruecos, sería, ironías de la vida, fusilado por el bando Nacional el 23 de julio de 1936 en la misma Melilla, por no sublevarse y ser acusado de repartir propaganda comunista. Tiene bemoles la cosa. Dejarse los huevos en el Rif por tu Rey, por tu país y por tus compatriotas, para que te acaben dando el boleto tus mismos paisanos. Somos la ostia, desde luego.

Sirva este modesto escrito como humilde homenaje a los Héroes de Igueriben. En su memoria.

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