24.7.11

Miscelánea (II)

- Ya ha dimitido Camps. Partiendo de la base de no poner la mano en el fuego por ningún político, no deja de ser algo injusto que el president se vaya (apenas dos meses después de volver a arrasar en la Comunidad) por aceptar unos regalos de gente poco recomendable, sin que se haya demostrado nada sobre los supuestos favores a cambio de esos trajes. Vale, estoy de acuerdo en lo inapropiado de aceptar los presentes. El mayor error de Camps fue no reconocer los regalos desde el principio. Ya está fuera, algo deseado hasta la naúsea por los socialistas y que no han podido conseguir mediante las urnas. Por lo demás, tienen razón los políticos del PP y algunos periodistas cuando comparan este caso con los de Griñán, Camacho, Chaves o Bono. De eso no hablan, entre risas y con latiguillos, las chicas noticieras de La Sexta o el presentador de La Noria telebasurera.

- Brutales imágenes y escalofriantes sensaciones viendo el atentado de Noruega. Noruega, un país pacífico y poco dado a meterse en fregaos internacionales, pese a ser miembro de la OTAN. Lo digo porque un asunto de este calibre suele vincularse siempre a organizaciones terroristas. Y al parecer, ha sido un cabrón perturbado (o dos). Vuelve a quedar claro que locos malvados hay en todos lados, y que, si bien en ciertos países la incidencia del peligro del terrorismo puede ser mayor, cualquier día en cualquier país puede llegar uno y montar la de Dios es Cristo, sin motivo aparente.

- No me cansaré de alabar a Los Tudor. Pese a no ser una serie perfecta, es muy disfrutable por interpretación de actores, personajes, argumento, imágenes, vestuario...Como tampoco me canso de insistir por qué en España no hacemos producciones de este tipo, cuando tenemos una Historia bastante rica y prolija, con incluso algunas partes poco necesitadas de magnificar y engrandecer un poco como hacen los ingleses de la serie con Enrique VIII (un rey de segunda fila en su época, como de segunda fila era su Inglaterra), útil tanto para chulearse un poco como para despertar el interés de la gente por su pasado. Ah, espera. Que la audiencia de Supervivientes triplica a la de Los Tudor. País. El público siempre tiene la razón. Y prefiere eso. Nada, perdón. Me voy a mi rincón de cultureta a leer.

- Resulta increíble cómo pueden cambiar tanto las cosas en tan relativo poco tiempo. Para lo bueno y para lo malo.

- Ilusión, alegría y ganas. Es como mejor puedo definir al nuevo comienzo en el comienzo que me espera en breve tiempo.

18.7.11

18-VII-1936

No estoy descubriendo América, desde luego , pero hoy es 18 de julio. Un día normal, por lo general muy caluroso en casi toda la Península, pero que en España dista un trecho de ser completamente de ordinario. Desde hace ya 75 años, ahí es nada.

Hablaba en la anterior entrada de los héroes de Igueriben y del destino reservado para algunos de ellos años después, en 1936. Hoy escribo sobre el día tomado como simbólico del inicio de la rebelión de una parte de los militares contra el gobierno de la República. Un alzamiento, un golpe de Estado (tan característicamente españoles, una de las cosas exportadas a América) para derrocar mediante las armas y no por las urnas a ese gobierno. El desencadenante de la Guerra Civil. Para mí, como dije, el momento más vergonzoso de nuestra Historia, y desde luego hay varios. Pero éste se lleva la palma.

Españoles contra españoles. Vecinos contra vecinos. Hermanos contra hermanos. No hubo buenos y malos. Sólo barbarie y maldad. Y España, profanada e indefensa, sin saber a dónde dirigirse. Como esa vaquilla de la película de Berlanga. Ganara quien ganara, perdía España.

Porque ganara quien ganara, su victoria estaría sustentada en el odio y en la muerte. En el asesinato, justificado o no, de compatriotas. Guerra incivil.

Quién sabe si no se hubiera producido el alzamiento de Sanjurjo, Mola, Franco y cia. , si no hubiera estallado la guerra. Eso es historia-ficción y las posibilidades son varias, muchas. Con todo, la situación en esa primavera y verano de 1936 distaba mucho de ser una balsa de aceite. El país estaba ya dividido en dos frentes irreconciliables y las posiciones centristas, apaciguadoras, fueron las grandes marginadas. Además, las muertes de policías y hombres armados de distintos signos políticos se había convertido en habitual. En vísperas del alzamiento se produjo el asesinato de Calvo Sotelo, importante político conservador, alterando aún más los ánimos. La suerte estaba echada. En realidad, estaba echada desde antes de 1931. Aunque la II República tampoco fue ese régimen perfecto que ciertos historiadores, periodistas e hintelectuales (con h. Nótese la ironía) quieren hacernos creer, lo cierto es que vino en mal momento internacional y nacional, porque España seguía sin estar completamente regenerada, con teóricos, espadones y cirujanos de hierro incluidos. La rémora viene de muy atrás. ¿1909? ¿1898? ¿1868-1874? ¿1833? ¿En concreto, el reinado de Fernando VII y su hija la de los tristes destinos? Puede que tras echar a los gabachos en 1814, la mejor solución hubiera sido expulsar también al rey felón y a buena parte de los curas y señores feudales. O no. Somos España.

No hubo buenos y malos. No hay buenos y malos. Desechando toda la propaganda, toda la papelería y toda la historiografía oficial y no oficial, revolucionaria o contrarrevolucionaria, no hay por dónde coger ciertas cosas. Quitemos o añadamos muertos miserablemente, no deja de ser una barbarie indefendible. Llámese Guernica, Paracuellos, Badajoz, Barcelona, Cárcel Modelo, Alcázar, Virgen de la Cabeza, Alicante, carretera de Málaga a Almería, Ebro, Belchite. Checas. Revolución o Cruzada. Sacas y paseos. Tiros en la nuca. Fusilamientos sin juicio.
La verdad sobre la guerra no está en los pomposos, escandalosos y sectarios libros de cifras, sino en algunas novelas e historias verdaderamente neutrales, trágicamente desengañadas donde se expresa la iniquinidad del conflicto. Réquiem por un campesino español, de Ramón Sender, o A sangre y fuego, de Manuel Chaves Nogales , bien valen como enormes ejemplos. Hay otros títulos españoles, menos apolíticos, más posicionados o no, y un buen número de obras de autores extranjeros, tipo Orwell, Malraux o Hemingway. Es entonces cuando te preguntas quién les dio vela en este entierro a los de fuera, Brigadas Internacionales y ayudas concretas de algunos países aparte. Muchos sólo vinieron a hacerse fotos y recabar material para sus novelitas, por no decir otras cosas menos decorosas.

Y por supuesto, más verdad aún contienen las innumerables experiencias de los españoles de a pie. De los campesinos, de los clérigos inocentes, de los trabajadores urbanos, de las clases medias y bajas de los pueblos y ciudades. Vivencias de miedo, terror, escasa felicidad e incertidumbre. Sirenas. Ruido de bombas por encima del techo. Sacas a las tantas de la noche. Denunciar al vecino porque no te vendió aquel terreno. Porque no te saludaba. O simplemente porque le odiabas. Hacer colas kilométricas, no para comprarte el i-phone, sino para conseguir un poco de comida. Experiencias como la de mi abuelo, que con 14 o 15 años trabajaba de panadero por la noche y pisoteaba el pan para poder llevárselo a casa, al quedar inservible para la venta. O en los bombardeos de la flota alemana a Almería, donde en las avalanchas de gente, perdió a algún familiar. Bombardeos de los que se resguardaba mi abuela, a toda prisa y con pocas esperanzas de volver a salir, en los refugios antiaéreos construidos en el centro. (Visitar esas catacumbas, recientemente rehabilitadas, es toda una experiencia).

Y tras tres años de conflicto y más de medio millón de muertos, la paz. Aunque el régimen triunfante (de cualquier signo) hubiera instaurado una democracia, difícilmente hubiera cerrado las heridas en un corto plazo de tiempo. Demasiadas canalladas se cometieron. Aunque Franco y sus compañeros de armas distaron mucho de ser lo que se dice unos apaciguadores. Pero eso da para otra entrada.

En fin. 18 de julio, comenzaba la Guerra Civil. Esa guerra va a estar siempre ahí, para nuestra desgracia. Se puede perdonar. Se puede mirar para adelante. Olvidar es más difícil.

Perdió España.

8.7.11

Igueriben



Formamos parte de un país avergonzado de sus victorias y gestas heroicas y/o trágicas, por lo cual no resulta fácil conocer tales acontecimientos. La mayoría de estos hechos permanecen en el olvido y el ostracismo y sólo son recordados por una minoría, a veces reprendida y seguidamente tildada de reaccionaria o facha. A mí mismo me ha resultado difícil conocer la historia que voy a relatar a continuación (coincidiendo con su aniversario, ya que ocurrió en junio-julio) , una de tantas historias desgraciadas que jalonan el archivo de putadas a españoles.

¿Qué se puede decir de la Guerra de Marruecos? Aquel conflicto a donde España se hubo de meter, prácticamente por fuerza patética, a recoger las migajas del reparto colonial de África por parte de Europa, cuando ingleses, franceses, alemanes y otros se merendaron el continente. Estamos a principios del siglo XX, en plena Paz Armada y cuando España acaba de perder los últimos vestigios de su Imperio de las Indias. A nuestro país le toca la zona marroquí de El Rif,fronteriza con Ceuta y Melilla, al norte de la zona de influencia francesa, un territorio montañoso, aislado y hostil (hasta para el propio rey de Marruecos, con mucho menos poder que actualmente) plagado de tribus pastoriles bereberes acaudilladas por Abd-El Krim. El conflicto estalla enseguida y se extiende desde 1911 a 1927, cuando el general Primo de Rivera, en operación conjunta con los franceses, pacifica el Protectorado.

Bien es cierto que España no estaba preparada para esa guerra. Que muchos soldados iban a Marruecos engañados, o por la fuerza al no poder pagarse la cantidad establecida para evadirse, por lo que cruzaban el Estrecho los más humildes. Que hasta en el cielo de la boca le dieron a nuestros soldados las cábilas de moros contrarios al Protectorado, armados con escopetas y palos, como también es verdad que los pastores conocían perfectamente sus montañas, que el territorio era difícil y desconocido para los soldados, que el ejército español iba pobremente pertrechado y con demasiada abundancia de oficiales, y mal dirigido para más inri, y que la Guerra de Marruecos (amenazas a Ceuta y Melilla aparte) no fue otra cosa que un frustrado intento por dar lustre a la decadente monarquía de Alfonso XIII, preludio de la II República. Al narigudo Borbón le saldría por la culata la jugada, y el rey perdió la mayor parte del apoyo del pueblo por su insistencia en el Rif y su papel en el Desastre de Annual (más de 10.000 muertos en menos de quince días).

Por otra parte, sean más patéticas o cutres nuestras batallitas de los últimos 120 años, no deja de ser triste que, gracias a la literatura y al cine -especialmente a éste- conozcamos al dedillo las heroicas hazañas de ingleses contra franceses, contra nativos americanos y en la India o en África (ya sabéis, afectados casacas rojas tomando té mientras masacran a zulús o sijs) , las de franceses contra todo Cristo en la época napoléonica, o las de norteamericanos en la II Guerra Mundial, o incluso de griegos o rusos en otras épocas, por decir unos pocos ejemplos. España (nunca me cansaré de repetirlo), con su historia de más de 2.000 años, cuenta con innumerables proezas y hazañas en muy variadas épocas, siendo tremendamente injusto que, por ejemplo, las merendolas a puro huevo de todo un continente como América o de media Europa, o el buen número de victorias navales contra ingleses y franceses en el siglo XVIII, o auténticas batallas colosales como Las Navas de Tolosa no merezcan una triste novela o una peliculita, o por lo menos una serie. Quizá tenga algo que ver que saliésemos del top desde 1665 o 1700, pese a que aguantásemos como Imperio hasta 1830 o 1898. O por nuestro crónico complejo de inferioridad. O tal vez porque nuestras cabezas pensantes gozan más recreándose con el camelo de las Tres Culturas, con la expulsión de los judíos, la pérdida de Granada, la Inquisición, la Confederación Catalano-Aragonesa o la II República.

Igueriben bien podría ser una especie de Termópilas a la ibérica (o a la moruna). Es el nombre de una especie de monte pelado, cerca de Annual y de la costa de Alhucemas, no muy lejos de Melilla. Los sufrimientos allí padecidos fueron el terrible preludio del anteriormente citado Desastre de Annual.
El promontorio rocoso fue ocupado por las tropas españolas el 7 de junio de 1921. Estando el grueso del ejército en Annual, dispersos por el Rif se hallaban toda una serie de blocaos dispuestos en las elevaciones del terreno. Igueriben constaba de unos 350 hombres metidos en una especie de fortín patéticamente defendido, una suerte de montón de sacos de tierra y una frágil alambrada como única defensa frente a los sitiadores. Ubicado el fuerte en esta zona plagada de colinas y cortados, el suministro de agua dependía de una aguada (ir con la mula y los cubos u odres) a más de 4 km, y eso si el pozo no estaba seco ya o el río era rambla. Tal movimiento temerario se debe a la anticuada guerra de posiciones practicada por los generales españoles y a las propias deficiencias del ejército.

Al poco de establecerse en Igueriben, comenzaron los ataques de las cábilas de Abd- El Krim, antiguo funcionario de la administración española, quien estaba unificando a toda una serie de tribus de la zona, incluidos pueblos supuestamente aliados de España, contra el invasor. Su número era muy superior al insignificante contingente español, por más que los bereberes fueran únicamente armados con rifles y lanzas, junto con algunos cañoñes tomados en días pretéritos. Las cifras oscilan, pero su número al comienzo del ataque era de 3.000. y fue incrementándose (en Annual eran ya más de 15.000).

Día a día, el hostigamiento era constante. El mero hecho de salir a por agua era un suplicio, ya que había que descender del promontorio y alcanzar el río por una serie de pendientes y barrancos, fácilmente controlados por los rifeños. A todo esto, ataques repelidos prácticamente cada hora, con la única defensa de tres o cuatro ametralladoras de posición, del saco de arena y sin médico titulado, encima. ¿El panorama? Hambre, sed, piojos, calor y el cadáver del compañero al lado, ya que, al ser una roca pura y dura, no era posible el enterramiento. La situación se iba haciendo desesperada, y los hombres de Igueriben, liderados por el comandante Benítez, aguantaban esperando en vano la ayuda desde Annual.

Pero lo peor estaba por llegar. Aunque los últimos días de junio fueron de calma absoluta, el 2 de julio se reanudan los ataques y ya resulta imposible realizar la aguada. Los refuerzos que no llegan y el aumento del hostigamiento de las cábilas. Un día tras otro. 5, 7, 9, 11, 12....repeliendo ataques, padeciendo bajas y más bajas. Y sin poder salir del miserable fortín. Necesitados de pertrechos nuevos, municiones y víveres, la desmoralización es notoria entre los defensores. Es a partir del día 14 cuando Abd-El Krim decide realizar el ataque total, asediando Igueriben. La suerte está totalmente echada, y el día 17 se acaba la última gota de agua. La primera solución fue aplastar patatas y chuparlas, cuando se acabaron se recurrió al líquido de las latas de tomate, y a la desesperada, por último al agua de colonia, la tinta, el masticar arenilla (por si producía saliva) y al final: la propia orina endulzada (si se puede denominar así) con azúcar. No es fácil imaginarse el panorama de estos imposibles días, desde luego. Pero siguieron adelante. Increíble.

El día 21, por fin, se intentó socorrer Igueriben desde Annual con una columna de cerca de 3.000 hombres, operación fracasada, cómo no, al caerles encima los rifeños. Por la tarde estaba ya todo dispuesto. Los escasos hombres que quedaban se repartieron las últimas municiones e inutilizaron el fortín, preparándose para huir de aquel infierno pedregoso. La mañana del 22 se procedió a la misma, siendo prácticamente exterminados nada más salir los últimos defensores. Sólo sobrevivieron un oficial y once soldados. De un total de 354.
Se le concedieron, a título póstumo, la Cruz Laureada de San Fernando al comandante Benítez y al capitán Orduña. A buenas horas, como siempre.
El oficial, el teniente Luis Casado, superviviente de tantos penosos avatares en Marruecos, sería, ironías de la vida, fusilado por el bando Nacional el 23 de julio de 1936 en la misma Melilla, por no sublevarse y ser acusado de repartir propaganda comunista. Tiene bemoles la cosa. Dejarse los huevos en el Rif por tu Rey, por tu país y por tus compatriotas, para que te acaben dando el boleto tus mismos paisanos. Somos la ostia, desde luego.

Sirva este modesto escrito como humilde homenaje a los Héroes de Igueriben. En su memoria.

2.7.11

Miscelánea

- El colectivo homosexual normalizará su situación y será considerado igual al resto del mundo, cuando deje de hacer ostentación chabacana en el Día del Orgullo Gay. Hasta ese entonces, nada nuevo bajo el sol. Reinas, osos peludos y copias de Cristiano Ronaldo bailando, cantando y desfasando con dinero público por donde ellos (y ellas) quieran, a la hora que sea, porque ellos (y ellas) lo valen, y porque sí. Todo en un país, España, que no es Irán o Cuba, en lo relativo a los homosexuales, pero objeta algo (ojo, yo no estoy en contra de ellos. Cada uno es como es. Estoy en contra de esa ostentación) y te pasarán por la quilla.

- Buenos capítulos anoche en Los Tudor. Enorme serie. Los británicos, bien lo valen. Aquí en España no sólo es que nos avergoncemos de nuestra Historia, la despreciemos y optemos por otras vías, no. Encima, un programa tan apropiado como Supervivientes le superó holgadamente en audiencia. Y la noche anterior, el especial necrófago de Ylenia arrasó. En fin. España se merece su televisión.

- ¿De qué sirven ahora los lamentos de los políticos socialistas respecto a Bildu y sus procederes? No se mostraban tan contrariados cuando actuaron de mamporreros de la causa de la izquierda abertzale, preparándolo todo para la penetración y dar al traste con todo el trabajo de la Policía. Así nos va.

- Bueno. Si todo va según lo previsto, más pronto que tarde estaré volviendo al sur. Un nuevo comienzo en el comienzo, por así decirlo. Hay ganas e ilusión.

- Es duro, pero cada vez me doy más cuenta de lo cándido que he sido en múltiples ocasiones durante mucho tiempo. A ver si me percato y aprendo de una vez.