24.5.11

"La Novela"


"La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas de pilluelos, aquellas migajas de la basura, aquellas sobras de todo se juntaban en un montón, parábanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas, dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegado a las esquinas, y había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para días, o para años, en la vidriera de un escaparate, agarrada a un plomo.
Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono y familiar zumbido de la campana de coro, que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre en la Santa Basílica."
(...)


Éste es el comienzo de una novela, la cual podríamos poner en mayúscula, por su importancia en la literatura española y  europea. Del siglo XIX, cómo no.

El siglo XIX....en varias ocasiones he hablado ya aquí sobre mi especial querencia por este siglo. Aunque sea un amante del Renacimiento, del Dieciséis, del Diecisiete y aun del Dieciocho español y mundial, desde pequeño me ha atraído bastante este trágico, heroico, triste, revolucionario, novelesco y hermoso siglo. No sé si se debe a influencias lectoras (El conde de Montecristo, los libros de Julio Verne, los protagonizados por Sherlock Holmes), históricas (la época victoriana, las Guerras Napoleónicas, la Restauración Española, las unificaciones nacionales como la alemana o italiana), pictóricas (los impresionistas) o cinematográficas (el Salvaje Oeste, Jack el Destripador, y muchas más). O una suma de todo. Me encanta el ambiente descrito y mostrado de las ciudades (aunque fuera algo oscuro, con escasa luz), el estilo de la gente al vestir y actuar (elegantes damas y afectados caballeros), los carros de caballos, los viajes en tren, la pompa y circunstancia, el espíritu de las jóvenes naciones. Europa todavía a la cabeza. Si puede ser con música de Schubert, Chopin, Verdi o Strauss, mejor que mejor. Tenemos todo eso en la parte esplendorosa. En el reverso, la pobreza absoluta de la mayoría de la gente y mil enfermedades, aberraciones como el trabajo infantil en las minas y telares o la esclavitud de los negros africanos vinculada a la colonización europea, la escasa libertad política, la marginación de la mujer...En fin. Todo tiene su lado bueno y su lado malo, por desgracia. No todo iba a ser bailes de salón, té a las cinco, periódico y billar y cortejo de señoritas en el parque.

El siglo XIX. Precisamente de la época de la Restauración Monárquica española (uno de mis periodos favoritos) data esta insuperable novela realista. Hablo por supuesto de La Regenta, de Leopoldo Alas, más conocido como Clarín (1852-1901). En ella el autor -con claras influencias de Flaubert aunque como veremos  realiza sus propias aportaciones-  compone un fresco no sólo de la ciudad (Vetusta, es decir, Oviedo) a tratar, una ciudad de provincias extrapolable a las de toda España, sino también un gran retrato de sus habitantes, esto es de la sociedad, de sus miserias, traumas, ideologías, modo de actuar, etc. Desde luego el autor se despacha totalmente de ambos entes, y sin piedad.

Me compré el libro cuando contaba con 15 años y mi única referencia consistía en la serie de televisión  de 1995  protagonizada por una lozana Aitana Sánchez Gijón, que vi a medias. Bien, he de reconocer me lo leí más mal que bien. Apenas capté la esencia. Denso era el libro y denso sigue siendo ahora, muy al modo decimonónico, y es ahora, diez años después, cuando me lo he leído totalmente y más lo he disfrutado, entrando, rápidamente, en ese selecto club de las obras favoritas del que escribe. Coincidiendo, (y esto me ha pasado ya más de una vez. Cuando programan en la televisión una película que desee o recuerde. Qué cosas), cuando estaba concluyéndolo, con la emisión en la 1 de la serie. Y la verdad que ésta forma parte de esa rara y honrosa excepción de producciones españolas dignas de elogio, la mayor parte de las cuales son realizadas siempre por TVE y relacionadas con obras literarias como Don Quijote, Fortunata y Jacinta, Los Pazos de Ulloa, Los Gozos y las Sombras, Cañas y Barro, etc, etc. Todo eso ya no se hace, por desgracia, y se estilan más chapuzas como Hispania, Piratas, Éboli o la que está en preparación de Isabel la Católica, de la cual tengo dudas. En fin. Se puede decir que la mencionada serie está a la altura prácticamente del libro.

El argumento de la novela es sencillo. Ana Ozores es una mujer de 27 años, hermosa y débil a partes iguales, casada con un hombre mucho mayor que ella, Víctor Quintanar, ex regente (presidente) de la Audiencia de la ciudad. La vacuidad del matrimonio de conveniencia, más paternalista que pasional, lleva a la regenta a estimular su vida planteándose una disyuntiva entre dos pretendientes: don Álvaro Mesía, veterano y altivo galán local, y don Fermín de Pas, un clérigo, provisor de la Diócesis de Vetusta y Magistral de la Catedral, un hombre atractivo y ambicioso a partes iguales. Los dos hombres poderosos en su ámbito respectivo. Dos hombres en pugna por la conquista de Ana. La frágil regenta es la presa, mientras la ciudad entera aguarda espectante el resultado de la lucha.

Ése es el trío protagonista, aunque dos de ellos tienen más fuerza: Ana Ozores es neurótica, frágil, nerviosa, insegura, depresiva, con anhelos y sueños nunca cumplidos, con crisis de espiritualidad y utilizada por todos y todas. Desprovista bien temprano de su madre, no del todo bien atendida por el padre y mal tratada por sus tías, desde entonces se verá falta de afectividad y cariño. Pronto cae, como una parte de la ciudad lo desea, en las redes del Magistral. De Pas, el todopoderoso y manipulador hombre de Dios, quien controla hasta al mismísimo Obispo y sólo teme a su madre, la cual le ha labrado el destino al hijo. El Magistral, hombre atrayente, atlético y objeto de toda clase de habladurías, vive subyugado a su madre, aunque la pasión que sentirá por la Regenta hará que se vaya desligando de ella y prácticamente estalle. Fermín de Pas (interpretado muy bien en la serie por Carmelo Gómez) es un personaje bastante interesante y complejo. Nunca llega a tener verdadera vocación de religioso. Se va viendo su evolución, sus objetivos, sus miedos y pensamientos conforme avance el libro. Al principio ve a la regenta como una más de sus presas (en una época en la que los confesores todavía tenían mucha influencia sobre la gente pudiente), luego pasarán a ser "amigos del alma" y el Magistral querrá convertirla en una especie de beata para que nadie la toque y así poder amarla castamente, hasta que el clérigo no podrá disimular más su amor. Es uno de los grandes personajes de la literatura española y personalmente, uno de mis favoritos de todos los tiempos. En cuanto a Mesía, es un tipo de personaje más visto, ya que es un Tenorio, un Donjuán, un dandy jefe del Partido Liberal, cuyo único objetivo es embaucar y seducir. En cuanto a cómo piensa, es más plano y menos complejo que los otros dos. Sólo ve a la regenta como un triunfo más en su hoja de servicios, y no llegamos a saber si llega a enamorarse de la protagonista.

Detrás de este triunvirato, tenemos toda una galería (unos 150) de personajes secundarios, unos más testimoniales, otros más importantes para la trama. De todos ellos se sirve Clarín para realizar su implacable sátira de una sociedad anquilosada y aburrida, hipócrita y con falta de principios. No ya sólo que critique a la Iglesia, es que reparte a todos los niveles; el marido de Ana es un cincuentón cándido y relajado, no se entera de nada y ama el teatro y la caza. Los notables de la ciudad se pasan el día en el Casino hablando de política o despotricando de los vetustenses, como el mismo Mesía, Vegallana, Orgaz, Foja, Guimarán o Ronzal. La nobleza es un grupo aburrido y ávido de nuevas sensaciones, como los marqueses. Las mujeres, si no son ya ancianas, en cuyo caso suelen ser respetables y piadosas como doña Petronila , son descocadas, manipuladoras y provocativas, como Obdulia Fandiño o Visitación Olías; la una saltando de cama en cama y la otra tiranizando a su marido, además de incitar a Mesía a que conquiste a Ana. Los clérigos rivalizan entre sí y hay dos bandos enfrentados, uno el de los pro-Magistral y otro el de los anti-Magistral. La propia madre de De Pas tiene un negocio de cirios que ha arruinado a otros vecinos, como Barinaga. Las criadas forman parte del juego de sus amos. Hay pocos personajes realmente positivos. Una de las excepciones, aparte del Obispo, es Tomás Crespo, amigo del matrimonio protagonista, por cuyas ideas sobre la naturaleza y el evolucionismo es tildado de tipo extraño, un freak. Sin embargo demostrará más humanidad que el resto de vetustenses en el trágico final.

Me ha encantado La Regenta, repito de nuevo. No ya sólo por esta gran galería de personajes, y el retrato de una ciudad ya atacada desde la primera frase del libro, sino por la mordacidad de las frases y pensamientos; las situaciones provocativas (la escena del Magistral y su criada Teresina en relación con un bizcocho mojado en chocolate me sorprendió realmente, por su carga erótica en el puritano siglo XIX) que le acarrearon numerosos problemas al autor; el profundo estudio psicológico de los personajes principales, especialmente Ana y el Magistral (vemos cómo se alegran, consumen, ambicionan, desesperan,etc) el realismo y el naturalismo de las situaciones; la crítica a la sociedad y a la falsedad e hipocresía de sus gentes, hacen que, de no ser por algunos pasajes verdaderamente más densos, la obra pudiera pasar por una actual.

La Novela, sin duda.

21.5.11

Un poco de todo

- Y sigue el barullo de Puerta del Sol. Seré muy especial, pero sigo sin poder sumarme con entusiasmo a esa party de indignados, y eso que comprendo buena parte de lo proclamado. Considero que hay muchos jóvenes con pocas expectativas de futuro (yo entre ellos) , pienso que hace falta una política de altura con menos corrupción , y un cierto cambio en el sistema, con unos políticos menos poderosos e innacesibles. Hay que cambiar. Y manifestarse. Pero aunque los manifestantes vayan de pretendidos apolíticos, y de libertarios por la democracia real, casi creyéndose egipcios o tunecinos (cuando en España disfrutamos de libertades inimaginables para toda esa gente, y tenemos bastantes comodidades y prestaciones. Y seguro que la mayoría de indignados está twitteando o actualizando el facebook desde la concentración.) lo cierto es que se percibe claramente cuál es su cuerda. Y ésa no es mi cuerda. Yo no quiero la Comuna de París. Su manifiesto en su web deja lugar a pocas dudas. El núcleo de la organización tiene ideas extremas. Prácticamente quieren acabar con lo establecido. Incluso critican y despotrican de la Constitución, cuestión bastante ingrata que me recuerda a esos chacales separatistas que son ciertos políticos, como cuando queman un ejemplar y luego se amparan en ella cuando conviene. Luego, se manifiestan precisamente con unas elecciones en ciernes, jornada de reflexión de por medio (lo que me recuerda al 11-M) , las cuales apuntan a un cambio político, poco deseado por una buena parte de manifestantes y seguidores de los manifestantes. Se sigue echando en falta una gran manifestación contra Zapatero y el PSOE por la crisis. Y por cierto, nada se manifestaron cuando se facilitó a ETA de nuevo estar presente en las instituciones con la legalización de Bildu. La izquierda abertzale tiene buen cartel.
Cabreados por el paro, la falta de oportunidades o el "prepararse para nada" (con todo eso estoy muy de acuerdo) apuntan al sistema, algo tan etéreo como confuso. Bien es cierta la inmovilidad de los políticos , de todos , bien apoltronados, con sus castas de intocables , pero los manifestantes deberían de apuntar también concretamente al Gobierno, que es quien lleva ya 7 años en el poder. ¿O es que como Zapatero ha escurrido hábilmente el bulto sacándose de la chistera eso de que "desde el principio yo iba a estar sólo ocho años" , queda por honorable (cuando lo verdaderamente honesto sería convocar elecciones generales en septiembre) y se exhime de toda culpa? ¿O se quiere seguir echando la culpa a Aznar y al PP? Partido en la oposición, por cierto, y que bien poco puede hacer en cuanto el PSOE se busca algún apoyo nacionalista en el Parlamento. Lo digo porque muchos le achacan prácticamente la misma responsabilidad al PP que al PSOE de estos últimos años. Un poco de menos sectarismo no vendría mal.

- Dicho esto, me encuentro cada vez más alejado de los políticos. Se podrían decir tantas cosas...lo resumo en : No actúan bien. Hablo de todos, por supuesto. No me entusiasma ninguno. No me seduce el PP (pocas me caen peor que Cospedal, por ejemplo. Y Rajoy es mediocre; puede que como presidente sea mejor), aunque eso no quiere decir que no desee el cambio político . Aunque tengo mis dudas para votar en 2012.

- Hoy , 21 de mayo es el cumpleaños de Felipe II. 484 años ha. Tanto se puede y debe decir... Querría hacer una buena semblanza aquí , menos excesiva y farragosa que la de su padre. Ya veremos.

- ¿Dejaré algún día de ser un inútil?. Laboralmente, me refiero. Ya hablaré sobre esto.

- "Lo que pudo ser y no fue". Aplicable a dos momentos , dos circunstancias en concreto. Una independiente de la otra. Creo que nunca voy a dejar de arrepentirme en mi vida por ello.

- Pese a todo, soy bastante optimista dentro de mi pesimismo. Siempre veo alguna luz entre las tinieblas.

16.5.11

Triste mayo...

Un mes después, más tiempo del estimado, regreso. Tristemente. Vaya días...

Sabíamos que iba a ser la última Semana Santa. Pero no por más esperado es menos doloroso. No por inevitable es menos dramático.

Tras cinco meses de incertidumbre, los peores augurios se cumplieron. El momento final llegó. Se fue, quién sabe a dónde. A un lugar mejor, sin duda. Ella se lo merecía.

Por cómo era. Y por la vida que había llevado, como muchos españoles de su edad. Nacida en los miserables años veinte españoles, padeció la Guerra Civil y los años de hierro de la posguerra en Almería. Luego, en pos de una vida mejor, recién casada saltó el Mediterráneo, destino Tánger, Marruecos, en los primeros años cincuenta, cuando la ciudad era aún zona internacional (Francia, Gran Bretaña, Italia,entre otros países. Además de judíos. Desde 1925 creo) próspera y atrayente, y España aún no había despegado. Años duros. Una nueva vida. Una América, pero más cerca.

Allí nace mi madre. Al comienzo de los años sesenta la familia regresa a la tierra, a Almería, mejor que antes. Pero nunca fue una vida fácil. Desde luego. Larga y complicada, aunque también con felicidad. Pero no es éste el lugar ni el modo, de todas formas.

Sólo diré que el 5 de mayo se marchó una persona con la que tenía un gran vínculo, más grande de lo que parece. Muy querida y muy importante en mi vida, desde luego. De las más. Y a quien le debo muchísimo. No sé en otras familias, pero en la mía, digamos que la parte materna resulta más crucial, por así decirlo, que la parte paterna. Cuando he ido, hemos ido a la playa en Almería, ha sido a la casa de los padres de mi madre. O a la otra casa, más céntrica, en Navidad o Semana Santa. O los días en Lanjarón. Y siempre el peso, en esto y en otros muchos asuntos, lo han llevado mis abuelos maternos. No es crítica alguna, es sólo un hecho.

En fin. Me cuesta mucho escribir sobre este tema. Siento las carencias al expresarme. No me salen las letras. Por esta vez tengo mejores frases y sentimientos dentro de mí. Mejor así, creo. Pero dispongo de varias, muchas imágenes imborrables. Las primeras tardes y noches de mi vida con ella, borrosas. Los baños y las tardes en la playa. Ir a por agua buena en Lanjarón. Hacerle mandaos, con todo el gusto del mundo (yo era el nieto de los recados, por así decirlo). Cuando le daba por reír de forma estruendosa e incontenible. Los días de feria. Sus insuperables platos y comilonas...Todo eso forma ya parte del imaginario, de los recuerdos. De la mitología del corazón. Ahora mismo no me imagino otro verano posible. Ni tampoco es lo mismo bajar a Almería con esta ausencia.

Desde luego no se merecía irse (nadie se lo merece) por medio de uno de los modos más dolorosos que existen. Aún así, nos ha quedado el consuelo de la celeridad y relativamente poco sufrimiento de los últimos días. Siempre hay un hueco para la luz en la oscuridad.

Y que se merecía descansar, por fin.

Allá donde estés...

Siempre con nosotros,
abuela.

Tmtqs.



"Nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar..."