26.3.11

Recuerdos de letras

Todo se une a veces. Cuestiones familiares, junto con otros asuntos y unido a que, mismamente, ayer fueran las Fiestas de Letras de la que siempre será mi facultad han hecho mella en mí. Fiestas de Letras...

Por un lado no quise ir, cierto, pero por otro mentiría si dijese que una parte de mí no quería estar ayer en la Merced. Son cinco años y demasiados recuerdos, todos muy felices por cierto. Recuerdos de rostros muy apreciados, pañuelo, algarabía, compras apresuradas, convivencia, risas y desfase. Y no un día, sino tres. Tardes de pub lleno hasta la bandera, tarde eterna con esa irrealidad mítica de ensoñación que desprenden los días etílicos. Recorrer las calles del centro con unas copas de más, durante el día, es una experiencia única, creedme. Es uno de mis mejores recuerdos, de hecho. De mis años despreocupados.
Tengo algunos recuerdos imborrables de esos días: el desayuno con emoción y nerviosismo; el carro de la compra por la calle; la elaboración de la sangría y el primer trago; algunas fotos; risas imperecederas; que el colega de la comisión (o de la clase. A veces pertenecía a los dos sitios) te cuele en el garito o te ponga de gorra todas las copas que sean; el agobio de los pubs; la ducha del jueves noche justo antes de salir por última vez, y la cena posterior....Alegría.

Por otra parte, la falsedad de la gente (no toda, cierto. No generalizo) y el hecho de que haya un antes y un después del 23 de octubre de 2008, con mis errores pasados me llevan a no darle tanta importancia al hecho y a tomármelo con filosofía, como si fuera un día más sin más valor. O desprovisto de ese aroma a leyenda y día memorable. Es decir, claro que es un día memorable para la gente. Pero yo me he buscado la conversión de día memorable a día excesivo y relacionado íntimamente con lo del antes y el después. No puedo dejar de entonar el mea culpa. Cosas que pasan. No hay otra. La Losa, como yo lo llamo.

Pese a todo concebirlo como simple día normal es difícil, desde luego. Son muchos recuerdos, sean buenos, malos, falseados, etílicos o equivocados.


Supongo que todo llega a su fin. Pero qué fines a veces, maldita sea.

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