4.10.10

Sobre la imposibilidad de contentar a todo el mundo

Una verdad como un templo. Resulta a todas luces imposible. Qué mas quisiera yo poder dividirme para estar con toda la gente importante a la vez, pero aún no se ha inventado una máquina capaz de tal proeza.


Digo todo esto al volver de un “día de convivencia” con los amigos del colegio y del instituto (a decir verdad, del colegio apenas hay dos, el resto los conocí en el Baquero, ese instituto lindando con la vía del tren en el Barrio del Carmen, aquel que fue mi barrio durante tanto tiempo). Amigos con los que he pasado ratos entrañables y compartido muy buenos momentos, en los años de hierro del bachillerato, cuando cateaba más que aprobaba. Tardes en las casas, noches de Zig-Zag, mañanas de clase, viajes a la playao al campo...Amigos con los que he perdido un tanto el contacto y algo la confianza, más bien por deméritos míos, cuestión que me entristece, ya que no puedo ni tengo que reprocharles nada. Amigos con los que, ahora que me vuelvo de nuevo, quisiera seguir manteniendo el contacto, paradójicamente. Paradójicamente porque especialmente los últimos dos años ese contacto ha ido disminuyendo y disminuyendo. En fin.


Digo que se ha debido a deméritos míos. Muy posiblemente. Los amigos siguen estando ahí, pero, en algún momento, decides concederle la preferencia a otro u otros grupos de amigos. Nadie sustituye a nadie, pero al elegir una pandilla u otra, irremediablemente la distancia se va abriendo paso. ¿Cuándo me decanto por tal o cual? No lo sé. Pero vuelvo a repetir, no se puede estar con todos a la vez. Quizá lo conveniente hubiera sido ir alternando, pero eso no es tan fácil como parece. Con tales procederes lo que se acaba logrando es nada, al haber momentos que no puedes estar con tal porque ya confirmabas con cual. No sé. Creo que elegí el camino fácil pero a la vez el que me alejaba de ellos, al decantarme claramente por un solo grupo. Yo siempre he sido de pocos amigos (en el sentido de que considero amigo a un número reducido de gente) y me gusta así. No soy partidario de ir ampliando, pero tampoco me gusta ir perdiendo. La verdad que lo siento muy mucho.


Ojalá me pudiera dividir en dos o tres para así contentar a todo el mundo. Todo esto se podría interpretar como el de un perro que vuelve con el rabo entre las piernas, buscando algo. Que se interprete como quiera. Pero asumo mi culpa, desde luego. Yo lo tengo claro y desde luego que me gustaría seguir compartiendo ratos, alegrías y momentos difíciles. Que sea posible ya es otra cosa. Pero es lo que querría.

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