28.10.10

La magdalena de Proust

No me he leído jamás nada de Proust. Por mucho que los siete libracos de su En busca del tiempo perdido sean considerados como una de las cumbres de la literatura francesa (y por tanto universal, teniendo en cuenta cómo son los franceses) no me han atraído nunca lo más mínimo los pensamientos, recuerdos y vivencias del tal Marcel Proust (fallecido en 1922), un sensible burgués bien acaudalado (como tantos en la época), dominado por la decadencia y el pesimismo, asmático y para mayor desgracia suya, homosexual. Hablamos del puritano final del siglo XIX-principios del XX. Pero dejemos sus tochos.

Lo (único) que me interesa de Proust es su famosa magdalena, usada como recurso para recordar y para despertar los sentidos, y de la cual sé al leerme los artículos de opinión de los periódicos, algo que nunca paso por alto. A saber, cuando nuestro Marcel moja una magdalena en una taza de té, y se percata de cómo es exactamente esa magdalena, a su mente vienen entonces los recuerdos de su infancia y juventud, ya que comía magdalenas de ese tipo en la casa de su tía. Se transporta automáticamente pues a una especie de Arcadia Feliz cada vez que come una magdalena de esas. En realidad, el concepto filosófico-sentimental-mental del bizcocho es mucho más enrevesado y elaborado en las novelas, pero a mí, que ni me van ni me vienen tales deliberaciones, y que no soy tan rayado como Proust (creo) me gusta quedarme con un concepto más simple: Cada vez que veo, escucho, huelo o siento algo muy en concreto, me acuerdo de ciertas cosas, me transporto.

Me explico: de un tiempo a esta parte, he ido notando cómo al escuchar canciones en concreto, al percibir un aroma o dos, al ver una u otra prenda de vestir, u otro objeto, mi mente viaja hasta un momento en particular, o una época, o incluso una persona en concreto. Con las fotografías es mucho más fácil, pero yo casi siento más esa sensación en las situaciones que digo.

Para mí, reconocer un perfume, me recuerda a personas en concreto (a una a veces) y lo evoco con alegría y algo de melancolía si ya no tengo a esa persona a mi lado, o si está, pero lejos. Si por ejemplo me lo echo yo, puedo rememorar noches y noches de juerga. Otros tiempos. U otro que usaba en 2º curso. Como también al ver prendas de vestir en concreto, que me evocan otros momentos de mi vida pasada y que ya no van a volver. Unos felices, otros tristes. El olor de algunos alimentos me retrotrae a la niñez, por ejemplo. O al pasar las páginas de ciertos libros. Y al escuchar determinadas canciones, que me recuerdan tanto a personas en concreto, como a grupos de gente, o ya sean momentos o épocas de mi vida...Puede parecer una tontería, pero en todas estas situaciones mi mente se abstrae unos instantes al evocar todo esto. No llego a las decadencias del amigo Proust, pero para mí es inevitable.

Ir por la calle atestada de gente anónima y apresurada, y reconocer en un clandestino soplo de aire un perfume femenino, me hace evocar a una buena amistad, por ejemplo. En nuestros paseos o ratos. Así, me transporto. Dejo esa calle durante unos momentos. Si es una fragancia masculina, lo dicho, a alguna noche interminable que podía ser de triunfo o no. O a años anteriores en concreto, como mis épocas repetidoras de instituto o los felicísimos 1º y 2º de carrera. Si en una sala de espera o en una situación silenciosa y aburrida, mis oídos escuchan una canción determinada, mi mente me transporta a un momento más alegre (o no) entretenida e imperecedera. El sabor de alguna bebida y el regusto en la garganta, a ratos con los colegas. Al encontrar una prenda de vestir ajada y que me pongo menos o ya ni me pongo, evoco las épocas y momentos en las que iba con ella y algo memorable sucedió. Si como un alimento o me percato de su aroma, es posible que recuerde los momentos con mi abuelo, por ejemplo. Y así. Me evado. Pasados esos momentos, mi mente vuelve a la situación de antes de la magdalena. A la vida real y actual.


Vivan las magdalenas. Y siento haberme puesto tan insoportablemente pedante-proustiano.

20.10.10

Cuando no hay sueño

Cuando las luces se han apagado, el silencio se impone entre las paredes y la vida cesa en la casa, es mi momento de reflexión para conmigo. Mis reflexiones in tenebris, tumbado boca arriba y con la única compañía de mi respiración (o también de las aspas del ventilador si es verano, que en las noches toledanas ebrio de calor se me antojan guadañas) como último ritual antes de descansar el cuerpo y la mente. Especialmente la mente.

Así, cavilo con la vista mirando a la nada, a la oscuridad que en ocasiones no es tremenda oscuridad ya que se pueden llegar a ver imágenes de nuestra mente con cierta nitidez. O figuras más borrosas y menos reconocibles. Cosas de las tinieblas, ya que no somos gatos, o de la fase REM. O cosas de comerse mucho la cabeza.

Suele ser un repaso al día, o a algo en concreto del día, y en ocasiones se convierte en una remembranza de hechos pasados o acontecimientos vividos. Tanto buenos como malos. No hace falta decir que éstos, y más viniendo de una persona como yo, son los que me entretienen por más tiempo.

¿Dónde estoy, cómo estoy, y a dónde voy? ¿He empleado bien los últimos cinco años? ¿Soy tan solitario en ocasiones? ¿He madurado algo? ¿Puedo importarle tanto realmente a alguien? ¿Y enamorar? ¿Qué merezco? ¿Soy frío? ¿Este mundo es para mí?¿Qué voy a ser?...Pasado, presente y futuro...especialmente melancólico de hechos pasados. Cierro los ojos.

Rememoro el pasado con frecuencia. Eso no significa que considere al presente como algo abominable y una época desgraciada en comparación con el feliz pasado. Simplemente no me gusta olvidar lo pasado. Épocas buenas he tenido siempre, antes y ahora. Flashbacks cruzan mi mente en una rápida sucesión...Cuántas veces he deseado poder volver a tal o cual momento, para experimentarlo felizmente de nuevo, o para actuar de otro modo... Salen a la luz personas que han pasado por mi vida de 25 años y que ya no van a volver o difícilmente lo harán. Personas a las que echo de menos, unas siguen estando cerca, otras no. Personas a las que quiero y necesito. Abro los ojos. Sombras y completa oscuridad. Respiración.

Entre los crujidos del colchón y el fino tacto de la sábana, mirando a la nada, se me vienen a la cabeza los pensamientos, en ocasiones se repiten incesantemente. Como lo que pudo ser y no fue. ¿Realmente fue así, memo? ¿Merece que te comas tanto la cabeza? ¿No pudo ser que jugara cruelmente contigo y nunca hubo tal posibilidad? No sé, ¿qué hubiera pasado si...?... Imbécil, duérmete ya y no caviles más. O si hubiera tenido más cabeza y me hubiera dado cuenta antes. Nada de lo de ahora hace dos años hubiera pasado; pues no sé, la vida es a veces muy perra. Pero sin duda no hubieras tenido tantas papeletas. O ¿qué voy a hacer con mi vida? ¿Ni puta idea, verdad? Qué, ¿te gustaría irte fuera, a Alemania o Escocia, verdad? Céntrate y aprende idiomas y trabaja antes, tolili. Búscate un trabajo primero. O ya, lo último de lo último...dejarlo todo y “retirarme” a los 30 y pico a una zona despoblada y aislada, con la única compañía de poca gente, viejas piedras, árboles, rocas abismales y frío continental. Uno o dos perros y libros. Muchos libros. Un pequeño remanso de paz, para mí. (hablo por supuesto de Albarracín) ...cosas así. Yo soy así.


Sólo cuando la vista cansada me obliga a ir plegando las pestañas, mirando ahora de verdad a la nada y al vacío, me siento con fuerzas para abandonarme a la causa del sueño, cuando sé de verdad que ya los pensamientos, remordimientos, anhelos y esperanzas no me atacarán más, al menos por esa noche. Hasta mañana.



14.10.10

Hispanidad


Ayer fue 12 de octubre. Día de la Hispanidad. Anteriormente Día de la Raza (el cual, pese a sus resonancias franquistas y de brazo en alto, no fue implantado por el Centinela de Occidente, sino por el gobierno Maura en 1918,
reinando Alfonso XIII), nombre por el cual se sigue conociendo en bastantes países digamos hispanoamericanos. Aquí en España ya se había procedido a cambiar de Raza a Hispanidad en 1958 aunque no se hizo efectivo hasta el año 1981. Resumiendo: 12 de octubre, aniversario de la llegada de Cristoforo Colombo a ese continente mal llamado América, es día de fiesta nacional en España (ya que también es el día de la Virgen del Pilar) y en otros países como Colombia, El Salvador, Honduras o Uruguay. Aunque cambie el nombre, ya que para los estadounidenses es el Columbus Day, y para los venezolanos el Día de la Resistencia Indígena. (sic)


En España hace tiempo que dejó de ser una celebración puramente de conmemoración y alegría por las proezas realizadas y por los acontecimientos recordados, principalmente por lo sandios que son todos, empezando por políticos e intelectuales, especialistas en avergonzarse de lo realizado, renegar de lo que fuimos y mantener dudas de lo que vamos a ser. A rebufo de los fastos de 1992, con el V Centenario y demás, se impusieron los conceptos de Encuentro, incluso Abrazo entre las distintas culturas que se trataron desde aquel mágico año de 1492. Nada más lejos de la realidad, desde luego. Nadie fue a América a darse un beso con el cacique o reyezuelo de turno, pero es que ni los indios vivían en armonía y paz, ni esperaban con los brazos abiertos a los sudorosos hidalgos. Pero tampoco iban los españoles a masacrar indio por indio y a provocar un genocidio. En fin, que dichos conceptos de Encuentro y tal, se debe a la moda imperante por el multiculturalismo dominante desde entonces. El buenismo.


Buenismo al que es muy aficionado nuestro presidente Rodriguez. Presidente al que, una vez más, y ya van cinco o seis años, han abucheado sin misericordia los airados ciudadanos hartos de su discutible gestión. Desde luego no voy a defender yo a Zapatero pero algo de cierto hay en que deberían usar otro medio para expresar su oposición. Es verdad que son contadas las ocasiones en las que tienen al presidente tan cerca físicamente, y la libertad de expresión se lo permite, pero un acto como es el de homenaje a los Caídos en Combate por España no parece el mejor foro. Bien es cierto que el mismo Zapatero y otros muchos políticos los cuales ahora se quejan y propugnan medidas en contra de tales abucheos, no hacen nada ni se manifiestan siquiera cuando individuos secesionistas queman banderas de España. ¿No?


Fiesta Nacional, como digo. Aquí vuelven a salir los chacales de siempre, quienes son inefablemente los nacionalistas catalanes, como el portavoz de ERC, Ignasi Llorente, quien dijo que "El Día de la Hispanidad es una cosa que ha quedado absolutamente anticuada, y, además, celebrar el recuerdo de un genocidio no es algo de lo que tenga que sentirse orgulloso ningún país". Manda huevos. Si 35 países en un continente de unos 42 millones de kilómetros cuadrados, con una población de 950 millones de habitantes (y unos 600 producto de inmigrantes de todo el orbe) la mayor parte de ellos mestizos o medio indígenas, son producto de un genocidio, que venga Dios y lo vea. Por no hablar del patrimonio arquitectónico. Claro que a los radicales como este resulta difícil meterlos en vereda, ya que su odio a Castilla/España es incesante y nunca disminuye, y al fin y al cabo, América es una obra castellana. Ello no impidió se beneficiaran de ella españoles de todas las regiones, como el caso de los catalanes, lucrándose con el comercio. La pela es la pela, una vez más.


El Día de la Hispanidad ha sido y es fundamentalmente la fiesta del español, del idioma español. Hablado por unos 500 millones de personas lo que la convierte en el segundo del mundo tras el chino. Consecuencia del Descubrimiento, que no Encuentro, del continente americano para el resto del mundo llevado a cabo por españoles, castellanos sobre todo. Idioma profusamente hablado y que ha sido y es muy poderoso culturalmente hablando, pongamos música, pintura o literatura.


Cristóbal Colón , un personaje tan enigmático y misterioso del cual no se conoce ni su lugar de nacimiento, es el hombre quien tiene el honor de la autoría de tal hecho. Siendo honestos América debería llamarse Colombia. Américo Vespuccio navegó por el Caribe y el Brasil cuando el descubrimiento estaba ya hecho. Dejando de lado que los vikingos llegaron antes (año 1000) a lo que hoy es Terranova y Quebec (pero lo cierto es que llegaron, se establecieron levemente un tiempo y no volvieron), y que Colón bien pudo basarse en relatos de náufragos que había conocido en las Azores, así como en el misterioso mapa de Toscanelli, lo cierto es que fue el único, el adelantado en su tiempo, que tuvo los arrestos suficientes para adentrarse en el Verde Mar de las Tinieblas, tras convencer a los inteligentes Reyes Católicos del éxito de su empresa (que no era otra que encontrar una ruta rápida hacia las Indias -Asia-, vamos), quienes, siendo honestos, ¿qué iban a pensar de aquel loco misterioso del cual apenas sabían nada?, y realizarla.


Hace 518 años Rodrigo de Triana avistaba ¡¡Tierra!! (actual isla de Guanahaní, en su momento se le puso por motivos obvios San Salvador), tras un penoso viaje en tres verdaderas cáscaras de nuez iniciado dos meses atrás. No imaginaban lo que acababan de hacer ni el alcance que iba a tener. Lo que estaba por llegar...


4.10.10

Sobre la imposibilidad de contentar a todo el mundo

Una verdad como un templo. Resulta a todas luces imposible. Qué mas quisiera yo poder dividirme para estar con toda la gente importante a la vez, pero aún no se ha inventado una máquina capaz de tal proeza.


Digo todo esto al volver de un “día de convivencia” con los amigos del colegio y del instituto (a decir verdad, del colegio apenas hay dos, el resto los conocí en el Baquero, ese instituto lindando con la vía del tren en el Barrio del Carmen, aquel que fue mi barrio durante tanto tiempo). Amigos con los que he pasado ratos entrañables y compartido muy buenos momentos, en los años de hierro del bachillerato, cuando cateaba más que aprobaba. Tardes en las casas, noches de Zig-Zag, mañanas de clase, viajes a la playao al campo...Amigos con los que he perdido un tanto el contacto y algo la confianza, más bien por deméritos míos, cuestión que me entristece, ya que no puedo ni tengo que reprocharles nada. Amigos con los que, ahora que me vuelvo de nuevo, quisiera seguir manteniendo el contacto, paradójicamente. Paradójicamente porque especialmente los últimos dos años ese contacto ha ido disminuyendo y disminuyendo. En fin.


Digo que se ha debido a deméritos míos. Muy posiblemente. Los amigos siguen estando ahí, pero, en algún momento, decides concederle la preferencia a otro u otros grupos de amigos. Nadie sustituye a nadie, pero al elegir una pandilla u otra, irremediablemente la distancia se va abriendo paso. ¿Cuándo me decanto por tal o cual? No lo sé. Pero vuelvo a repetir, no se puede estar con todos a la vez. Quizá lo conveniente hubiera sido ir alternando, pero eso no es tan fácil como parece. Con tales procederes lo que se acaba logrando es nada, al haber momentos que no puedes estar con tal porque ya confirmabas con cual. No sé. Creo que elegí el camino fácil pero a la vez el que me alejaba de ellos, al decantarme claramente por un solo grupo. Yo siempre he sido de pocos amigos (en el sentido de que considero amigo a un número reducido de gente) y me gusta así. No soy partidario de ir ampliando, pero tampoco me gusta ir perdiendo. La verdad que lo siento muy mucho.


Ojalá me pudiera dividir en dos o tres para así contentar a todo el mundo. Todo esto se podría interpretar como el de un perro que vuelve con el rabo entre las piernas, buscando algo. Que se interprete como quiera. Pero asumo mi culpa, desde luego. Yo lo tengo claro y desde luego que me gustaría seguir compartiendo ratos, alegrías y momentos difíciles. Que sea posible ya es otra cosa. Pero es lo que querría.