8.7.10

El Vietnam de España







España acaba de ganar a Alemania y clasificarse para la final del Mundial, sorpresivamente, porque siendo sincero no me esperaba para nada que la Furia superase el escollo germano. Pero bueno, a veces las sorpresas son buenas y totalmente inesperadas, como también los sueños se pueden hacer realidad. Ahora espera en la final Holanda, que en vez de la "Naranja Mecánica" es un "Mecánico Naranja", como han dicho hoy en Cuatro, ya que su juego no se parece ni remotamente al que siempre ha desplegado la Selección Oranje, esto es, un juego vistoso y alegre, ofensivo y total: el de Cruyff, Rensenbrink, Van Basten, Gullit o Bergkamp. España no debería tener muchos problemas para imponerse a Sneijder y compañía. Pero ya vale de fútbol y hablemos de lo que iba a hablar yo hoy en relación con Holanda (en puridad, lo correcto es "Países Bajos"): La Guerra de los Ochenta Años.

¿Qué decir de este conflicto?. Tanto se ha dicho y escrito ya...su larga duración y el desgaste que supuso para la potencia extraña en una guerra cara e inútil, donde ciertamente nadie les había dado a los españoles vela en ese entierro, (La verdad es que fue todo un entierro, siendo macabro) ha llevado a algunos autores a denominar este enfrentamiento con el comercial nombre del "Vietnam Español", como si Felipe II fuera Nixon o Johnson, o el Duque de Alba el Capitan Kurtz (Marlon Brando en Apocalypse Now). Venga ya...aunque hay que reconocer que sí que supuso un serio desgaste para la Monarquía Hispánica, el Imperio de su tiempo, odiado y temido por sus enemigos (empezando por francesitos e inglesitos), cuando España era algo.

Los orígenes de tamaña guerra no hay que buscarlos, como marxistas furibundos, sólo en la economía. Claro que los problemas económicos fueron importantes, pero también tuvo mucho que ver que en el trono español se sentase un castellano nacido en Valladolid (aunque casi albino como buen Austria), que los tulipanes no fueran ya mayormente católicos sino calvinistas (que ya hay que tener cojones, para hacerse calvinista...unos tristes reprimidos puritanos) o los intereses de otras potencias como Francia e Inglaterra. Estos últimos estaban cagados ya que no querían tener a los españoles tan cerca de Westminster.

Hay que decir que la Monarquía Hispánica estaba en posesión de los Países Bajos más que nada por herencia del patrimonio de los Habsburgo, ya entroncados con los Trastámara castellanos desde el tiempo de los Reyes Católicos, y que Carlos V, por ejemplo, había nacido en Gante y era visto por los súdbitos de las Provincias Unidas como uno mas de ellos; lo que no le impidió conquistar otras regiones y marcas de estos territorios aunque no estuviesen estipulados en dicha herencia o masacrar a ciertos neerlandeses cuando se rebelaban contra su persona, como en 1540.




Con Felipe II era otra cosa. El Rey Prudente, lo que se dice todo un meapilas (lo normal en la época, aunque creo que se pasaba un poco de la raya) y obligado por Trento a reaccionar con firmeza frente a protestantes y demas calaña, pronto tuvo que enfrentarse a la rebelión holandesa.

La rebelión estaba encabezada por nobles en su mayoría que clamaban descontentos por la falta de poder que oficiosamente tenían, ya que los principales puestos dirigentes se hallaban copados por españoles, es decir, extranjeros. A las demandas de estos nobles se unen las protestas del resto del pueblo, calvinistas deseosos de destrozar las imagenes católicas distribuidas por todo el territorio. Margarita de Parma (1522-1586), gobernadora de los Paises Bajos (y producto de un calentón de juventud del César Carlos en sus años flamencos), desesperada, reclama la ayuda de su hermano Felipe II. Estamos en el año 1566.

Felipe, cuya presencia en Flandes acaso hubiera suavizado la rebelión, tal y como le rogaban muchos nobles, (pero bastante tiene con lo que pasa en casa: la Guerra de las Alpujarras y la locura de su hijo Carlos) no tiene mejor idea que enviar a su soldado predilecto, Fernando Álvarez de Toledo,o sea, el III Duque de Alba,

veterano de Fuenterrabía,Viena,Túnez, Argel y Mühlberg y que casi habia realizado un nuevo Saco de Roma en 1557, no era un buen ejemplo de diplomacia, pero sí de excelente e invencible soldado. Como de sobra volvió a demostrar en Flandes.

Claro que antes no existían ni el AVE ni los aviones, y los Países Bajos no estaban precisamente cerca de Toledo o Barcelona. Realizar tal viaje (por el llamado "Camino Español") podía llevar casi un año o todo un año, contando con inclemencias del tiempo (como el mistral del Mare Nostrum) buena salud o epidemias de las tropas y de los animales, hostilidades de los vecinos y ganas de recorrer a puro huevo bosques, altas montañas y lodazales.

Alba llega pues en agosto de 1567 a Bruselas, cuando Margarita ya había controlado la situación , pero al entender del Rey y de su belicoso enviado, tarde. Asi que el Duque asume la gobernación y crea el Tribunal de los Tumultos, para represaliar a los rebeldes y que sirviera de escarmiento. El Duque de Hierro partiendo el bacalao. Tela.

El Tribunal, al que los holandeses añadieron "de la Sangre", actúo en consecuencia,como debe ser, haciendo tabla rasa y condenando a muerte a cientos de ciudadanos iconoclastas y confiscandoles sus bienes. Aquí , por mucha Leyenda Negra, lo cierto es que la postura es poco defendible y se les fue un poco la mano al Duque et alii. Entre los ejecutados se encontraron nobles ilustres como Horn o Egmont (quien había luchado con Felipe en San Quintín), lo que provoca la huida de Guillermo de Orange (1533-1584), quien se acabaría convirtiendo en una figura del independentismo y un mártir de la causa. El actual himno de Holanda, el Wilhelmus, se compuso en su honor de hecho.






Poco más se puede decir ya, y no quiero hacer esto más espeso. Oficialmente la Guerra de los Ochenta Años comienza en 1568 y el Duque es sustituido en 1573 por represivo,que no por derrotado, ocupando hasta su puesto hasta que muere en 1576 Requesens. A éste lo sustituye mi admirado y desgraciado Juan de Austria,bastardo de Carlos V, héroe de las Alpujarras y Lepanto y figura románticamente atractiva donde las haya en la historia española,




y se producen hechos que contribuyen a afianzar nuestro prestigio (aunque también a engordar la Leyenda Negra) como el Saco de Amberes de ese año. Juan de Austria muere en extrañas circunstancias en 1578 y es relevado por el muy capaz Alejandro Farnesio. Mientras tanto la guerra se sigue alargando y se van combinando hechos victoriosos con cagadas monumentales y fracasos, vease Mons, Haarlem, Leiden, Gembloux...a la vez que la guerra se internacionaliza con la "unión" con Portugal o el asunto de la Grande y Felicisima Armada contra Inglaterra. El conflicto no finaliza, ya después de Ostende, Breda y Las Dunas, hasta 1648, con la independencia de las Provincias Unidas y cuando los huesos de los primeros combatientes no son ya ni polvo.



Van pasando reyes, van muriendo soldados y soldados, y herejes, se va yendo el oro americano de las manos en esta guerra sucia y triste, oscura como los anegados canales holandeses y que tan poco provecho dio a la Monarquía Hispánica y a España, sobre todo a los españoles de a pie. Ya dijo el dicho de la época:

España mi natura, Italia mi ventura, Flandes mi sepultura


Suspiros de España.

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