24.4.10

Almería





Hoy tengo morriña. La verdad es que me asalta muchas veces, y unas veces con más intensidad que otras. En ocasiones no me considero para nada de mi tierra y prácticamente me da igual, y en otras la defiendo insistentemente, me intereso por ella y proclamo a los cuatro vientos que soy de donde soy...tal vez tenga algo de trastorno, o sea un trastorno motivado por la vida algo itinerante que he llevado. No sé.
Tampoco creo que sea éste el lugar para contar mi vida y milagros, y sólo diré que salí de mi tierra, Almería, con poco más de 3 años. Bien es verdad que he vuelto desde entonces todos los años, y no sólo en vacaciones (Navidad, Semana Santa, Verano)pero no es lo mismo que vivir allí. Y desde que me fuí la he echado en falta infinidades de veces.
Almería es una gran (y denostada) desconocida. Tanto la capital como la provincia, que no es sólo el desierto cinematográfico de Tabernas, como muchos imbéciles creen. La provincia de Almería, encajonada entre Granada y Murcia, ha estado durante mucho tiempo relegada al olvido, y, si bien en el siglo XIX conoció cierto auge con la vid o la minería (con los ingleses y franceses metidos en el ajo, como siempre), con el siglo XX (plaga de la filoxera, que destrozó la uva, y agotamiento de las minas) entró en franca decadencia, agravada por el atraso del campo en general en España y algunas zonas en concreto (como Almería) sufrido en la posguerra, o al menos en la primera posguerra, hasta 1957. La provincia permanecía así, yerma y poco habitada, con pocas expectativas de futuro. Un futuro que se fue vislumbrando poco a poco, primero en zonas muy concretas (como Macael con su mármol), para poco a poco ir ampliándose, con el incremento del turismo (litoral virgen casi en su totalidad), y el desarrollo de la agricultura, con nuevos cultivos y nuevos modos de cultivar (los invernaderos, en el Campo de Dalías). Actualmente la provincia la verdad es que ha cambiado enormemente, y si bien se nota en algunas zonas más que otras, se parece poco a lo que era hace 50, 30 o incluso 20 años.
Pero centrémonos en la ciudad. Mi ciudad, si me permitís. Pese a que no haya vivido en ella ni 4 años. No voy a aburrir con Historia de la ciudad, pero sí diré que Almería tiene un claro origen romano y surge hacia en siglo III a.C como Portus Magnus, un fondeadero relacionado con la colonia romana establecida en Acci (actual Guadix). Por Portus Magnus pasaba material minero y se facturaba para Roma el famoso y ansiado garum. Plinio el Viejo en su Historia Natural ya mencionaba Portus Magnus. Pero bueno, para no cansar, finalizaré diciendo que Almería alcanza verdadero prestigio y notoriedad con los musulmanes, y es cuando se denomina Almería, que según parece proviene de Al-mirayao Al-mariyya, deformación de un palabro que significa "mirador", o, como dicen los más románticos, "espejo del mar".
Y la verdad es que lo es. Poesías aparte, Almería tiene un mar especial, una luz especial, unos atardeceres de agosto que sólo he visto allí. Y la propia ciudad en sí, pese a los desmanes urbanísticos de los 70, es hermosa en ciertas partes. Supongo que es por ser donde nací, que digo que es hermosa, y sé que hay mucha gente que desprecia a Almería, pero también sé de gente que la alaba.
Pasear por el barrio de la Medina, a la sombra de la Alcazaba, por las viejas y desgastadas callejuelas, para luego tomarte una buena tapa en el Puga o en la calle Trajano.Recorrer de arriba a abajo y de abajo a arriba el Paseo, modesto bulevar con vetustos ficus y buenos cafés, ahora repleto de tiendas de ropa. Visitar el Mercado Central y llevarte una buena morcilla de Níjar o Serón o unos ricos tomates. Llegar hasta la Plaza Vieja y entrar luego en la recia catedral, uno de los pocos ejemplos que hay en España de catedral-fortaleza (construida así por recomendación de los simpáticos piratas berberiscos). Templo, todo sea dicho, muy modesto y escasamente destacable. Aguardar a su Semana Santa, poco conocida y austera, para ver el Cautivo de Medinaceli. Alcanzar el Paseo Marítimo, tomar el sol y bañarte en el Mediterráneo, en el barrio del Zapillo, donde 24 veranos he pasado. Con esos eternos atardeceres de agosto que he mencionado antes, aquellas tardes infantiles que al evocarlas me traen el sonido del gentío ( la "churrasca" que dice mi madre), el murmullo de las olas, la suciedad de la arena, el olor del bocadillo de sobrasada o el dolor de la espina de erizo en la planta del pie. Todas éstas son sensaciones que uno experimenta por Almería.
Almería, mil veces despreciada, mil veces olvidada, relegada al rincón del sureste andaluz...y aquí me sale mi vena anti-andaluza. Los almerienses son en general poco entusiastas de Andalucía y no se sienten verdaderamente identificados. ¿Qué les importa a ellos lo que diga el señorito sevillano? ¿ Qué tienen en común con el "arte" gaditano, el "sentío" cordobés, la "gracia" malagueña..?. No tiene los "encantos" de todas estas provincias. Es un puto desierto de poblachos, habitados por gente poco recomendable y sin gracia andaluza. Únicamente es con Granada (y también ha estado mucho tiempo subordinada a ella) con la que guarda algunas similitudes en cuanto a idiosincrasia de la gente, cultura y modo de ser y vivir. Por eso se planteó en la Transición la existencia de una segunda Andalucía, con capital en Granada y que englobaría a las provincias de Granada, Almería y Jaén. (Jaén, otra región olvidada)Pero nada de eso salió...como otra idea, la cual unía a Almería con Murcia, cosa que, después de tantos años en Murcia, no me parece para nada descabellada. Pero así ha seguido Almería desde entonces, unida a la Comunidad Autónoma de Andalucía, marginada y obligada a buscarse las habichuelas por ella misma, como quien dice.
Almería, mil veces despreciada, mil veces olvidada. Pero otras tantas veces recordada y añorada por sus hijos, y defendida. La tierra de mis padres.

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